Buen discurso el de SM el Rey Felipe VI en COTEC, acerca de la inteligencia artificial, un verdadero ente de ficción, porque la inteligencia artificial (IA) no existe

Felipe VI habló de la empatía -ponerse en el lugar del otro- como aquello que diferencia al hombre de la máquina. Tiene razón: es una enorme diferencia. Pero hay otros distingos. Ejemplo: la máquina no piensa, es idiota. El hombre piensa, a veces, y no es idiota.

La máquina repite lo que le ha proporcionado el falible hombre. Éste, por contra, es original. En su plagio constante, la máquina es infalible. Con sus fallos, el hombre deduce, no induce.

Y el pensamiento inductivo, que algunos consideran científico, lo tenemos en común con los animales y las máquinas

Y ese es otro distingo importante: porque el pensamiento inductivo no es pensamiento en modo alguno: lo tenemos en común con los animales y con las máquina. Pensar, lo que se dice pensar, es deducir, es pensamiento deductivo. Pensar es poseer originalidad de pensamiento. La máquina sólo tiene aquello que le has metido. Y se lo ha metido un hombre.
La inteligencia artificial es un mito frío, ni tan siquiera posee el calor de la leyenda.

Pero he de reconocer que el discurso de Felipe VI, en una COTEC donde estuvo acompañado por su padre, el Rey emérito Juan Carlos I, durante la presentación del Informe COTEC 2018, aportó una idea original: la máquina no tiene empatía. Y así es.

La máquina repite lo que le ha proporcionado el falible hombre. Éste, por contra, es original

Por cierto, las hacedoras de un informe sobre el impacto de la tecnología en economía (todo es bello en el mundo digital) nos hablan de un triple escenario: primero es digital, sin barreras, entre las que citan al papel. Hombre, no sé yo si el papel es una barrera. Lo que parece es el soporte cultural por antonomasia, también hoy, y un archivo vegetal más resistente que el digital.

Otro tópico de COTEC: la tecnología nos lleva a una economía circular, es decir, sin residuos, reciclable al 100 por 100. Mire usted, la economía siempre ha sido circular: no muere, se trasforma. Otra cosa es en qué se trasforma.

La inteligencia artificial, tan promocionada y financiada, es un mito frío: ni tan siquiera posee el calor de la leyenda

Y la bobada más gorda: la teñida de feminismo (no, chorrada y feminista no es necesariamente una reiteración, aunque suelen coincidir): lo digital nos llevaría a un mundo sin sesgos y sin prejuicios. A ver, señoras de COTEC, dejen de mitificar la innovación, por muy digital que resulte: lo digital puede ser anónimo e invasivo de la privacidad (dos fenómenos que no son contradictorios, sino complementarios). Ahora bien, el pensamiento humano se distingue sí por el prejuicio -cierto- pero sobre todo por el juicio, y el juicio de valor. Precisamente esa es la definición más clara del ser racional llamado hombre -otra cosa que no puede hacer la máquina-: hace juicios de valor. No ecuaciones ni algoritmos a partir de datos, sino juicios de valor a raíz de datos y de consideraciones éticas y emocionales. Eso es pensar: la máquina concluye, el hombre decide. ¿Te enteras, COTEC?

Y la inteligencia humana se caracteriza por sus juicios de valor

¿Y por qué el único que piensa es el hombre? ¿Por qué es el ser más evolucionado? Porque es el único ser creado por Dios con alma, es decir, con inteligencia y voluntad.

Esta vez el muy laico monarca Felipe VI ha caminado en la buena dirección.