El ministro Salvador Illa salió a escena en la tarde del martes acompañado por el titular de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribe. Dos filósofos en acción. Este segundo nos explicó que la lucha contra el coronavirus había despertado en España los grandes valores europeos, “los de la Ilustración”. Y se quedó tan pancho. Para entendernos, que el gran valor europeo resulta ser la guillotina, la flor más granada de la Ilustración, junto a aquella otra coletilla que nos recuerda que “los sueños de la razón producen monstruos”. No, no son los sueños de la razón sino los sueños del racionalismo ilustrado, lo que provocó las pesadillas en el mundo moderno. O sea, los valores europeos de progres como el ministro socialista Arribas.

En cualquier caso, el otro filósofo, Salvador Illa, coordinador oficial de la lucha contra el Covid-19 virus, nos ofreció más, mucho más, tras la polémica destapada, no por una comunidad autónoma del PP, o nacionalista, sino por la Comunidad de Castilla-La Mancha, regida por el socialista Emiliano García-Page.

Los réditos del PSOE: el miedo y la histeria se imponen en España y el coronavirus apoya el proyecto totalitario de Sánchez e Iglesias

En pocas palabras, que las cifras oficiales, que ahora sabemos no recogen a los muertos no diagnosticados como positivos, que no pasaron por hospital, fallecidos en domicilios o en residencias de ancianos, no entran, en todo o en parte, en las cifras oficiales de muertos y que, por tanto, los muertos reales por el coronavirus podrían ser hasta el doble de los anunciados.

La cosa se descubrió en La Mancha al comparar el número de licencias de enterramiento solicitadas al Registro eran casi tantas como el número de muertos por el Covid-19 según los listados oficiales. ¿Era tan difícil hacer esto en el resto de España y, a continuación, restar el número de muertos de antes del Coronavirus?  

Illa entró en trance tautológico, según costumbre, y repitió que los estándares sobre cifras oficiales de muertos era, en España, de los más rigurosos de Europa (no sabemos cómo son los de Europa) y que en España “todo muerto por coronavirus se apunta como fallecido por coronavirus”.

Buena obviedad y mayor simpleza: ¿Y los muertos que no fueron diagnosticados?

Pero claro, si ahora nos informan de que los fallecidos duplican las cifras oficiales que nos transmiten día a día desde Sanidad, podría -¡horror de los horrores!-, poner en solfa el éxito de la gran medida del Gobierno Sánchez contra el coronavirus: el arresto domiciliario de 47 millones de españoles, el confinamiento decretado por el Ejecutivo socio-podemita. Y el coronavirus es grave pero esto lo es mucho más.

El lenguaje cantinflesco del ministro Illa da un paso más: las “evidencias científicas” no proporcionan “certezas absolutas”

Y entonces sale Salvador Cantinflas Illa, ministro de sanidad y coordinador oficial de la lucha contra el virus, para explicarnos que el Gobierno se guía por “evidencias científicas” pero claro, las evidencias científicas no proporcionan “certezas absolutas”.

Esto ya es demasiado bueno, ministro filósofo. En primer lugar, repito, si son científicas no son evidencias y si son evidencias no necesitan ningún soporte científico… porque se ven.

Y lo mismo con lo de las certezas absolutas: o lo cierto, o sea, la verdad, o es absoluta o no es verdad.

Pero, tranquilo Salvador esto es un argumento y necesita unas líneas para desarrollarse. Si, a pesar de ser evidentes y científicas, no nos proporcionan certezas, ¿para qué puñetas nos sirve la evidencia y para qué puñetas nos sirve la ciencia?

Por cierto, hablando de cifras falsas: si se computan sólo los muertos que han sido diagnosticados de coronavirus, dado el desastre de la compra de test poco fiables…

Mientras, también ha ocurrido que el diario El Mundo -felicitémosle- ha publicado la primera foto sobre hileras de ataúdes, almacenados en el Palacio de Hielo madrileño, una instalación de recreo de la capital convertida hoy en la principal morgue de España. Y es un éxito porque en la España de Sánchez, se cuentan muertos -mal- pero no se publican fotos de muertos ni entrevistas con familiares, no vaya a ser que se ponga en solfa el triunfo apabullante de Pedro Sánchez contra el coronavirus, ¡oh sí!

 

Ahora bien, ni las chapuzas de Salvador Illa ni del Gobierno en general pueden empeñar la realidad de que España sufre síndrome de Estocolmo respecto al Gobierno de Sánchez e Iglesias: la encuesta de Atresmedia del martes 7 demuestra que el PSOE , en lugar de darse un batacazo por su desastrosa gestión del Covid-19 obtiene aún más apoyo de los votantes que en las elecciones general de noviembre del año pasado. Nadie se atreve a plantear alternativas a la desastrosa gestión de Pedro Sánchez en el Covid-19, porque España sufre síndrome de Estocolmo. Sánchez nos encarcela y vigila pero, sin Sánchez, ¿qué hubiera sido de nosotros? El coronavirus vota PSOE.

Y en resumen, éstos son los réditos del PSOE: el miedo y la histeria se imponen en España y el coronavirus apoya -al menos en las encuestas- el proyecto totalitario de Sánchez e Iglesias.

Lo sé, en Hispanidad escribimos contracorriente: somos escasamente  democráticos, esto es, políticamente incorrectos.

Las cifras reales de muertos cuestionan el éxito del confinamiento pero las encuestas no. Entonces. ¿qué importa la realidad si la imagen nos aplaude?