Los hechos. Un miserable yihadista entra en la basílica de Nuestra Señora -no de París sino de Niza- y armado con un cuchillo mata a un hombre y dos mujeres, una de ellas con la firma del fanatismo islámico: el degüello. En Avignon, otro canalla grita Alá es grande y trata de agredir a los viandantes: es neutralizado por la policía. En Yeda, Arabia Saudí, un hombre intenta agredir a un vigilante del consulado francés.

Todo ello, días después de que distintos líderes árabes, y sobre todo el turco Recep Erdogan, plantearan un boicot contra los productos franceses, y que el líder turco, llamara islamófobo a Macron y le comparara con los nazis. Erdogan, ahora, condena el atentado de Niza pero ya nadie le cree.

Al tiempo, tampoco ayuda el absurdo de Emmanuel Macron de insistir en que en Francia existe el derecho a la blasfemia. ¡Derecho a injuriar y a ofender! ¿En que libro está escrito eso?

Porque esto, sí tiene que ver con el pretendido derecho a la blasfemia. Por supuesto que Macron no es responsable de los asesinatos. El responsable de los asesinatos es el asesino quien, además, se ha ensañado con una iglesia: ¿Acaso pensaba que Macron era un pío católico?

En respuesta al "derecho a la blasfemia”, el asesino de Niza, se ha ensañado con una iglesia: ¿Acaso pensaba que Macron es un pío católico?

¿Estamos ante un choque de civilizaciones? Sí, pero no de la civilización cristiana frente a la civilización musulmana. Lo cierto es que estamos ante dos cosas: ante un fanatismo musulmán exacerbado por Turquía, Irán, Arabia, etc, y ante el estúpido laicismo europeo que predica el derecho a la blasfemia que, insisto, no es matar al hombre pero es matar el nombre de Dios, es matar a Dios. Bueno, intentarlo.

Y eso no es para aplaudir, ¿verdad?

En definitiva, el laicismo europeo puede ser tan sectario como el islamismo. Esto no justifica la canallada de Niza ni ninguna otra. Por supuesto que no. Pero Macron debería dar marcha atrás en su ‘derecho a la blasfemia’ y un paso adelante en su persecución del fanatismo islámico sin temor a que le llamen racista.

Y Erdogan… es pecado desear que alguien se muera pero no desear que se vaya al cielo.