Sr. Director:

El negocio de las mafias que comercian con la vida e ilusiones de millones de seres humanos es tan redondo como simple en su exitosa fórmula. Consiste en recoger lo sembrado por la falaz propaganda de que a todos los inmigrantes que consigan llegar a Europa, se les garantiza la felicidad. Pero como por ahora es imposible que todos emigren, se les selecciona económicamente; ya sea pagando la travesía de una sola vez o a plazos, con una «hipoteca» sobre sus familiares. 

Concertado el pago se les introduce en una embarcación, cuanto más frágil mejor, que los conduzca hacia un punto donde se les abandona al albur de que sean o no recogidos por los denominados barcos humanitarios que operen por la zona. Si son recogidos, los llevarán a un puerto occidental; y si no, morirán. 

Pese a que la «mercancía» principal son los hombres, es muy conveniente incluir a un visible número de niños y mujeres (preferentemente embarazadas), cuyas tremendas imágenes abrirán todos los informativos reclamando la atención solidaria universal. Acompañando estas imágenes, se lanzarán veladas acusaciones a los países de acogida, considerándolos culpables de los padecimientos y muertes de los inmigrantes. Una acusación que las mafias acogerán con sonrisas porque les asegura aún más sus futuras ganancias.