La asturiana Duro Felguera experimenta en bolsa, este lunes, el vaivén incierto que sacude a la propia ingeniería, tras el anuncio, el viernes, a la CNMV, de los avances en el plan de refinanciación, pero que dependen, en última instancia, de la condición más apremiante y sin concretar: un socio industrial.

El primer movimiento en bolsa ha sido claramente alcista, para unos títulos, dicho sea, que se han descalabrado durante meses hasta el mínimo de 0,20 euros de hace dos semanas (el 16 de marzo), frente a 1,83 que valían hace un año. Hoy oscilan entre 0,29 (+3,5%) y 0,27 (-5,5%).

La volatilidad en bolsa de Duro Felguera es un reflejo del vaivén incierto de la compañía

El suspense cuelga de Fidentiis, que dio primero señales positivas de posibles inversores, ya tiene nombres, y el calendario, previsto, debería concluir con la autorización de la Junta de Accionistas de la ampliación de capital de 125 millones, a principios de junio. Para entonces ya tendrá el proceso de financiación ya tendrá el visto bueno de los bancos, después del puente festivo, y “en los próximos días”, del Consejo de Administración. No tendría sentido que se opusiera. La alternativa es el concurso de acreedores.

En ese acuerdo, en fin, están las pautas para que Duro Felguera pueda ser viable, con ejes como las desinversiones (el traspaso, por ejemplo, de sus dos filiales Núcleo de Comunicaciones, en Madrid, y DF Raíl), una quita de deuda del 73%, para dejarla en 85 millones de euros, una aportación bancaria de 25 millones y la liberación de avales por 100 millones y la ampliación de 125 millones sobre la que gravita todo lo anterior.

Si todo concluye con éxito, Duro Felguera estará en condiciones de lograr el equilibrio patrimonial y, en ese compás de espera, el equipo del presidente, Acacio Rodríguez sigue adelante -es lo único que puede hacer- con el ajuste del 25% de la plantilla (470 trabajadores) y la buena voluntad de los proveedores para poder aplazar los pagos y sobrevivir en la adversidad.

Pero todo depende de los 125 millones de la ampliación de capital, encomendada a Fidentiis, que no sólo cobra por esta operación, sino que también se juega su prestigio. Y después, el recomposición accionarial, nada que ver con la actual. El nuevo socio tendrá el 90% de capital, con un 6% en los bancos (6%) y un 4% del resto, como las familias Álvarez Arrojo y Arias, que ahora tiene -sin consejeros, que dimitieron para quedar a salvo de posibles conflictos judiciales- un 34%.