La actualidad indica el camino real por dónde se conduce el ser humano. No con lo que sucede en las formas, si no en lo que se cuece en el fondo. La ley del Sí es Sí, la derogación del delito de sedición y el abuso por parte del Gobierno de las instituciones para uso partidista muestran la corrupción de la razón, la podredumbre del ciudadano actual, que todo lo admite con tal de obtener un beneficio, aunque vaya en contra del bien común. E incluyo al ciudadano porque es quien vota. Hay una enorme carga de responsabilidad en esta partidocracia, que aunque tenemos muy poca cancha de actuación democrática, no podemos permitir que un político nos mienta una y otra vez; no debemos mirar para otro lado con lo que hacen con nuestro dinero, que a diferencia de la indigente intelectual Carmen Calvo, el dinero público sí tiene dueño, los ciudadanos. Es inaceptable que una desbordada Irene Montero se equivoque con una ley que pone en la calle a los detenidos por delitos -en este caso sexuales, cómo no…- y no pida perdón, ya no digo dimitir, y reconozca su error y quiera echar la culpa a los demás… Y es de una bajeza profesional sin paragón, que el resto de los políticos callan cómplicemente y los medios de comunicación defienden la actitud, excepto porque estén regados de millones por el gobierno. Entonces sí, claro…

Pedro Sánchez saca pecho diciendo que pasará a la historia por exhumar a Francisco Franco de su tumba… ¡Pobre Pedro! El muy tontorrón no sabe que la historia no la escribe él, que es el tiempo quien se encarga de hacerlo y, ya se lo digo yo, será recordado como el peor y más corrupto -y corruptor- de los presidentes españoles hasta la fecha. ¡Qué interesante es Franco crónica de la lucha contra la profanación de su tumba (SND), de Juan Chicharro Ortega! Y es que las prisas y la apretada agenda de este Gobierno sociocomunista por atacar a la figura de Franco y borrar su legado, con la nueva Ley de Memoria Democrática, hace que editores y escritores se apresuren a dar a conocer la manera de vilipendiar la historia y a las figuras de la historia. Y no tardará en salir un libro que trate de la agenda sectaria y de odio del presidente Pedro Sánchez, pero tendremos que esperar a que le echen porque todavía puede seguir en su labor de destrucción.

Las prisas y la apretada agenda de este Gobierno sociocomunista por atacar a la figura de Franco y borrar su legado, con la nueva Ley de Memoria Democrática, hace que editores y escritores se apresuren a dar a conocer la manera de vilipendiar la historia y a las figuras de la historia

Un par de refranes que definen con crudeza a Pedro, el Ególatra: “Dime con quién vas y te diré cómo eres”; sus compañeros de coalición y socios presupuestarios lo dicen todo de él. Desde los filoetarras con los que después de firmar se han reído de él en la cara, cuando Otegui dice públicamente que «se da la gran paradoja de que no habría Gobierno de progreso en el Estado sin el sostén de las fuerzas de izquierdas que quieren marcharse de España». El otro que expone desvergonzadamente ante la opinión pública una vez sí y otra también es: “Por sus frutos los conoceréis”, y si algún fruto ha dado este Gobierno no es más que la destrucción de clases medias, las crisis sanitarias y económicas, la zafiedad legislativa proporcionada por sus ministros en general, cuyas leyes son mentirosas porque deforman la realidad del ser humano, innecesarias porque nadie las ha pedido y fragmentan la sociedad en pequeños rebaños humanos de unos contra otros, e injustas, porque no ofrecen a la sociedad lo que verdaderamente necesita.

El miedo al conocimiento: contra el relativismo y el constructivismo (Alianza), de Paul Boghossian, nos pone en la pista de qué está sucediendo en el intelecto del vulgo. Boghossian, examina críticamente el relativismo y constructivismo y señala sus fallos fundamentales. Y refuerza el instinto, materia propia del sentido común, nos indica un modo de ser pensantes, independientemente de nuestras opiniones. Pero esto, Sánchez lo sabe, pero no le importa. Su calaña, la inmoralidad personal que le gobierna le lleva a decir una cosa y la contraria; a traicionar al país entero y romperlo si ello le mantiene en el poder; a vender a sus votantes una y otra vez, lo que demuestra que el votante de PSOE es el tonto útil sordo-ciego, esclavizado por la ideología y el odio que le han inoculado desde años atrás, y no digamos nada de los políticos que rellenan al partido, que están todos sometidos al poder del partido, donde la dignidad personal no cuenta. Así es el comportamiento de sus líderes y votantes, lo llevan inscrito en su ADN político como ya expliqué hace semanas. Pero cuando un político no hace política, sino que utiliza las correas de transmisión estatales, instituciones y dinero público para la imposición de un estado fallido, lejos de las demandas sociales y aforado en las ideologías deconstructoras, solo queda un nombre para ello: dictadura. Hacer uso de la sacrosanta democracia para alcanzar el poder absoluto es dictadura chavista y bolivariana, que fueron quienes pusieron en marcha este proceso de condonación social.

Y en este sentido, también nos ayuda Antropología y política (Gedisa), de Ernest Gellner, pone de relieve que sucede con las personas y las ideas políticas y en este ensayo nos regala algunas de sus incisivas reflexiones sobre los orígenes de la sociedad y sobre los conceptos de cultura, comunidad o contrato social, mostrando de nuevo las profundas raíces políticas tras estas consideraciones de orden antropológico. Se trata de una obra capital más allá de la disciplina antropológica, al representar un análisis de las principales teorías que han marcado la evolución de las ciencias sociales en el siglo XX, que sin duda nadie en el gobierno se ha leído. Y la realidad es que según un estudio, la sanidad pública, la policía y el ejército son las tres instituciones que más confianza merecen a los españoles, mientras que los partidos políticos los consideran un fiasco y el 92% creen que la política es corrupta. La sociedad está fracturada, los ciudadanos cada vez más lejos de la política activa y los políticos en su burbuja del poder lejos, cada vez más lejos, de la realidad social.