Garabandal, es decir, la Gran Tribulación que tan sólo es -una fruslería- la clave de la época en la que vivimos y lo que se nos viene encima, necesitaba un ingeniero. Son tantas las señales proféticas que el Cielo nos está proporcionando (en especial, la Madre de Dios, protagonista de esta época actual, donde la temible justicia de Dios comienza a sustituir a la misericordia divina) que sólo una mentalidad ingenieril podía reconstruir el rompecabezas y encajar cada pieza en su sitio. Hablo de piezas del Antiguo Testamento y del nuevo, de los profetas de Israel y del Apocalipsis, pero también de las profecías del siglo XX, toda ellas coincidentes, así como de las apariciones marianas, reconocidas o no -Fátima o Garabandal- que vienen a concluir lo mismo: la segunda venida de Cristo está próxima, la gran tribulación también. Por eso el libro se subtitula: "Una verdad de fe incómoda sobre la futura (y puede que próxima) intervención divina".

Con la frialdad del ingeniero, Benavides no deja nada al azar: ni los tres días de oscuridad, ni la personalidad de El Anticristo, ni el Tercer secreto de Fátima, ni... la similitud entre la humanidad de ahora mismo con aquella que sufrirá el mayor azote de la historia

Antes de nada, una aclaración: "El juicio a las naciones no se corresponde con el juicio final. No es el final de la historia, porque habrá un día después. De la destrucción, el Señor librará a algunos. Quedará, pues, un resto fiel al Señor que seguirá siendo receptor de la promesa dada a los judíos en el antiguo testamento, un resto que tendrá que ir de nuevo" a evangelizar el mundo. Estas palabras delatan al buen profeta. El falso profeta es el que confunde el juicio de las naciones con el juicio final. Esto es crucial, porque, en 2023, no estamos en el segundo, sino en el primero. 

Segunda aclaración: tenemos, los católicos, una imagen curiosa sobre las revelaciones extraordinarias y sobre la proximidad del juicio de la Naciones, no confundir -otra vez- con el fin del mundo. 

Sobre esos sucesos extraordinarios, en los que la Virgen María toma un protagonismo especial, la mayoría de los creyentes -de los no creyentes ya ni te digo- tiende a pensar que se trata de lamentables exageraciones producto de mentes impresionables. Aseguran -y muchos no mienten- que siguen creyendo en Cristo, sí, pero no les pidan que acepten una revelación privada... "hasta que no haya sido aceptada por la Iglesia". 

A estos les dice Benavides: en primer lugar, los hechos extraordinarios y las revelaciones privadas no añaden nada a la Revelación: sólo la actualizan y, en este siglo, advierten a la humanidad de lo mismo que advertían al hombre las antiguas profecías: que no camina por donde debiera.

Por tanto, la Iglesia simplemente no prohíbe esas revelaciones porque puedan resultar muy justas pero escasamente necesarias: la revelación ya se completó con el Nuevo Testamento. El Canon de la Biblia es el que es, no necesita más. Se trata de una postura oficial muy sensata, porque hay cada charlatán suelto… En cualquier caso, la Iglesia no aprueba una aparición mariana salvo pasado mucho tiempo después de que concluya. 

Ejemplo: la Iglesia ha aceptado Fátima pero no Garabandal pero la Iglesia ni exige creer en Fátima ni condena a quienes creen en Garabandal. Además, créanme a mí: salvo por ignorancia... quienes creen en Fátima también creen en Garabandal.

Y es que lo cierto o falso de una revelación, un libro, un artículo, un testimonio o una noticia, en contra de lo que piensan los caraduras de los cazabulos se demuestra por la coherencia interna de la revelación, el libro, el artículo el testimonio o la noticia. Es lo que los cristianos hemos llamado siempre capacidad de discernimiento, y esto, siglos antes de que se inventaran Maldita.es o Newtral, que más que cazabulos son cazafondos.

Pero volvamos a la Gran tribulación o Juicio de las Naciones. Desde Pablo VI hasta aquí, yo diría que todos los papas, también Francisco, han vivido en estado de alerta ante la próxima venida de Cristo, la segunda, intentado, eso sí, que las mentes calenturientas no se crean cualquier tontería o que otras mentes peores, las curiosas, caigan en ese círculo vicioso que no comprende que las profecías no se conceden para predecir, sino para convertir... y que no llegue el triste día en que la justicia de Dios releve a su misericordia.    

Ahora ya podemos penetrar de lleno en Señales del Fin. Su autor, Pablo Benavides. Y el título ya da pistas: Señales del Fin. Su subtítulo también: "Una verdad de fe incómoda sobre la futura (y puede que próxima) intervención divina". 

Los buenos analistas de la Segunda Venida de Cristo se distinguen de los malos en que al leerlos no dices: otro iluminado, sino, ¿así que era esto? El chisgarabís, de lo lejano concluye lo próximo. El sensato hace lo contrario: por lo próximo comprende lo lejano y lo porvenir

Necesitábamos una mentalidad ingenieril que nos demostrara que ha llegado "el tiempo de los tiempos y el fin de los fines" (Lucía de Fátima). Ya lo tenemos: les presento al autor del mejor resumen sobre lo que se nos viene encima: el juicio de las naciones, la gran tribulación, la segunda venida de Cristo, un volver a empezar no exento, quizás de penurias. He leído muchos análisis sobre el juicio de las naciones: no digo que este sea el mejor. digo que es el más exhaustivo. Y en apenas 150 páginas.

Benavides nos rescata dos citas que siempre tenemos delante y no contemplamos nunca. La primera de San Juan Pablo II en Fulda (Alemania), y no al final de su pontificado, sino en el ya lejano 1981. Apriétense el cinturón: "nosotros debemos prepararnos para sufrir grandes pruebas dentro de poco, tal que puede demandar de nosotros una disposición a perder la vida por Cristo. Con vuestras oraciones y las mías es posible mitigar esa tribulación pero ya no es posible apartarla, porque solo así la iglesia puede ser efectivamente renovada. ¿Cuánto tiempo lleva la renovación de la Iglesia surgida de la sangre? Ese tiempo, demasiado, no será de otra manera. Nosotros debemos ser fuertes y estar preparados y confiar en Cristo y en su madre y ser muy, muy asiduos en el rezo del rosario". 

Lo dice el Papa tomista, racional, filósofo, poco amigo de dilentantismos, aferrado a lo ordinario... por eso entendió perfectamente el espíritu del Opus Dei.

En cualquier caso, Benavides insiste en la probable proximidad del día de la temible justicia de Dios, con un testimonio, aún más oficial: el Catecismo de la Iglesia católica (puntos 675 y 677). Ahí va: "la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes… La iglesia solo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguir a su señor en su muerte y resurrección". No, no es Garabandal es el Catecismo vigente.

Por cierto, otra cita de Benavides, esta de forma, que no de fondo, sobre la que conviene meditar: "Hay menor peligro en creer lo que con alguna probabilidad nos refieren personas de bien, cosa no aprobada por los doctores, antes que rechazarlo todo con espíritu temerario desprecio, como lastimosamente muchos hacen".

Por cierto, no se pierdan (páginas 92-95), la mejor descripción que he leído sobre el Tercer secreto de Fátima. En tiempo y forma. 

Concluyo: no sé si es el mejor, pero sin duda el de Pablo Benavides es el más completo y riguroso resumen de las fuentes fiables acerca del tiempo que nos ha tocado vivir. Y les aseguro que he leído muchos.

Señales del fin: para entender lo que nos pasa.