¿Qué le está ocurriendo a Manos Unidas? Campaña contra el Hambre de Manos Unidas, que es, por decirlo rápido y algo mal, la Caritas internacional de la Iglesia. Antes se ocupaban de los pobres, las misiones y, naturalmente, la evangelización, ahora, reclama "justicia climática para los más vulnerables".

Naturalmente los del Occidente cristiano somos los malos de la película. Así, llama a su campaña "El efecto ser humano", la clásica tontuna verde, según la cual la industria occidental, que tanto ha mejorado la vida de los occidentales, es mala. Por tanto, apela a "la justicia climática para los más empobrecidos, que son los que menos contaminan y a los que más les afecta la crisis climática". 

Para llegar a esta conclusión, no crean, han elaborado un estudio, científico, naturalmente. En el mismo, tres de cada cuatro jóvenes españoles consideran que la crisis climática "es real y provocada por las acciones humanas", pero "no lo relacionan con la generación de pobreza, hambre y desigualdad en el mundo". ¿Por qué será?

Durante los próximos doce meses se plantearán propuestas de cambio en nuestro estilo de vida, como reducir el consumo de agua y energía, evitar desperdicio, reciclar, usar energías renovables y limpias y la educación y formación ambiental en la sociedad civil. Como todo el mundo sabe, eso es exactamente lo que una persona que se muere de hambre necesita para saciar el estómago

La presidenta de esta ONG, Cecilia Pilar Gracia, ha explicado que "vamos a denunciar cómo el maltrato al planeta afecta en mayor medida, y con consecuencias mucho más devastadoras, a millones de personas desfavorecidas que habitan en países que poco o nada han contribuido".

Maltratamos sin piedad y enorme ingratitud a la tierra que nos da la vida, como si hubiera un recambio que no hay. Nuestro planeta sufre el maltrato al que lo sometemos los seres humanos y lleva años advirtiéndonos de que así no podemos seguir. Los países del norte, los más ricos, los que producimos y consumimos como si no hubiera un mañana, estamos adquiriendo una nueva deuda con los países del sur. Nuestra actividad económica genera desigualdad y pobreza en los países más desfavorecidos. Y hambre… Ese terrible fracaso para la humanidad que pone en riesgo la vida de los 735 millones de personas que la padecen”, asegura Gracia. 

"En los países del sur afectados por sequías extremas, por huracanes, ciclones, o lluvias torrenciales, esos fenómenos y la falta de medios para mitigarlos o adaptarse a ellos son causa de hambre, conflictos, pobreza, migraciones e, incluso, muerte. Y eso es desigualdad. Y es injusticia climática".

“En 2023 destinamos más de 5 millones de euros a proyectos relacionados con el agua y el medioambiente y a hacer frente a las consecuencias derivadas de la crisis climática”. Que digo yo que se podrían haber destinado a dar de comer a los más necesitados.

No están tan abiertos a cambiar cosas que le supongan una merma económica (comprar ropa más cara, apostar por marcas sostenibles o decidirse por un coche eléctrico). Quizás entre los más jóvenes hay esperanza, y despiertan ante esta tontuna verde a la que estamos sometidos

Paro Manos Unidas esto es lo importante, y por tanto la presidenta de Manos Unidas ha apelado a la responsabilidad de la sociedad a cambiar actitudes y estilos de vida, “ya que estamos contribuyendo a la deriva que ha tomado el planeta”. Para ello, durante los próximos doce meses se plantearán propuestas de cambio en nuestro estilo de vida, como reducir el consumo de agua y energía, evitar desperdicio, reciclar, usar energías renovables y limpias y la educación y formación ambiental en la sociedad civil. Como todo el mundo sabe, eso es exactamente lo que una persona que se muere de hambre necesita para saciar el estómago.

Y ojo al dato, como objetivo tienen que los jóvenes comprendan que los países más pobres son también los más vulnerables al cambio climático, causa noble donde las haya, aunque se han encontrado con un problema. En su estudio científico se han percatado de que los jóvenes tienen mayor disposición a cambiar de su vida aquello que menos les trastoque la economía (dejar de desperdiciar comida, optar por alimentos de temporada, alargar la vida útil de su móvil...), pero no están tan abiertos a cambiar cosas que le supongan una merma económica (comprar ropa más cara, apostar por marcas sostenibles o decidirse por un coche eléctrico). Quizás entre los más jóvenes hay esperanza, y despiertan ante esta tontuna verde a la que estamos sometidos. 

Todo se reduce a esto: no hay que consumir menos, hay que producir más. Por ejemplo, urge producir más alimentos. La crisis alimentaria que viene es de mucha más enjundia que la crisis energética actual. Pero Manos Unidas no se plantea que haya que producir más, sólo consumir menos... para salvar al planeta y acabar con la injusticia climática. 

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Manos Unidas concluye "No en vano, somos la única especie capaz de cambiar el planeta, para bien o para mal. Y ese es “el efecto ser humano”".

Y semejante colofón solo demuestra algo bien sencillo: que la Iglesia no es una ONG y que Manos Unidas tampoco debería serlo, porque las contradicciones de esta institución de la Iglesia no comenzaron ayer, sino anteayer, pero deberían terminar hoy mismo.