En el mundo okupa cada día encontramos un caso que nos sorprende. En Hispanidad hemos conocido desde el okupa que denuncia a los dueños de la vivienda porque quiere que le dejen "vivir tranquilo", hasta el que reforma y amplía la casa que tiene okupada: pasa de 98 metros cuadrados a 250... y el Ayuntamiento multa al propietario por hacerlo sin licencia, entre otros casos llamativos, como el okupa que ha conseguido suspender su juicio por okupación... por una operación estética de pecho.

O los propietarios que fueron multados por intentar entrar en su casa y los okupas que querían denunciar al propietario de la vivienda por quitarles la casa, además del okupa que conocía muy bien la ley: "si yo entro en una casa en menos de 24 horas me pueden echar, pero en 48 horas no me saca ni el rey". Y la okupa que decía sentirse acosada por los propietarios: "ha exigido que dejen en paz 'su' casa". Hasta unos okupas que les pedían a los propietarios que siguieran "el procedimiento judicial, no incurran en incumplir las leyes". 

La caradura okupa no conoce límites, y el vídeo que tienen a continuación es una muestra más: 

Estamos ante una inquiokupación, aquellos okupas que primero son inquilinos, luego inquilinos morosos y pasan a inquiokupas que no quieren abandonar la propiedad alquilada pese a no pagar. 

En este caso hablamos de un local en Santurce, Vizcaya, que Ana y Mikel alquilaron en 2014. El inquilino dejó de pagar y ahora que la justicia ha devuelto el local a sus legítimos propietarios, dos años después desde que estos comenzaron el proceso judicial, se lo han encontrado completamente destrozado, lleno de escombros, el mobiliario desaparecido o arruinado y el techo y las paredes destruídas.  

Además de todos los destrozos, el inquilino-okupa ha dejado una deuda con los propietarios de 10.000 euros y otra a la empresa que hizo la reforma del local por valor de 16.000 euros. 

Para más recochineo, el okupa ha colgado en el escaparate que se muda y traslada el negocio por fuerza mayor.