"El caso de la cruz de Castellón, así como los derribos llevados a cabo por los radicales de Ernai en el País Vasco, son una muestra de la persecución a símbolos cristianos que hay en España. Algo que nos recuerda a los talibanes y que es propio de terroristas", segura la presidenta de Abogados Cristianos, Polonia Castellanos.

La entidad de letrados cristianos ha informado en su cuenta de Twitter que han pedido que se paralice el derribo de la cruz hasta que se resuelvan los procedimientos judiciales que tienen pendientes. 

La Dirección General de Calidad Democrática autorizó al Ayuntamiento de Castellón a destruir la cruz, por supuesto, aludiendo a la Ley de Memoria democrática. El comité argumentó que "esta cruz se erigió por acuerdo del Ayuntamiento en 1944, dedicándose a los 'caídos por Dios y por España'", y, por tanto, "un signo de exaltación de la dictadura franquista". Racionamiento más que lógico, claro está. 

Con este nuevo intento de derribo continúa la persecución religiosa en España, de cristofobia disfrazada de democracia, que debemos tomar muy en serio, porque España no se entiende sin su fe cristiana.