Es 19 de marzo, festividad de San José, ese personaje silente que tantos consideran el tercero en el ranking de excelencia de la humanidad, sólo por detrás de Jesús y de María.

De entrada, hay que decir que conviene recuperar la fiesta de San José: en los corazones, que no en el calendario laboral. Al Gobierno, que le vayan dando por donde amargan los pepinos y se rompen los cestos.

Masculinidad no es violencia. En todo caso, es la valentía de la lengua afilada -la violencia del hombre santo- pero palabra corta, valentía para enfrentarse al mal sin aniquilar al malvado: antes morir que matar

Cuando menos, San José es ejemplo de castidad y de masculinidad, dos ramas que proceden de un mismo tronco. Por eso es patrón de los padres y patrón del seminario, poblado por varones célibes.

En el momento presente, José de Belén resulta el santo más útil para la masculinidad (engendrar) y para la feminidad (gestar), conceptos antes muy claros y hoy bastante difusos.

Por su parte, conviene recordar que la paternidad es casi tan importante como la maternidad y respecto a la castidad... al igual que hay que ser más valiente para poner la otra mejilla que para devolver la bofetada, hay que ser más viril para embridar las pasiones que para dejarse llevar por ellas. Lo primero cuesta, lo segundo no mucho y los animales lo hacen mejor que cualquiera de nosotros.

Recuperar la fiesta de San José: en los corazones, que no en el calendario laboral. A los gobiernos, que les vayan dando por donde amargan los pepinos y se rompen los cestos

San José es, por demás, el hombre valiente, que se sabe mover en los planes de Dios con indudable inteligencia y mayor valentía, burlando a los señores del mundo cuando es preciso jugársela. Esa esa valentía de lengua afilada -la violencia del hombre santo- para defender la verdad y el bien personal y al mismo tiempo, hombre de palabra corta, valentía para enfrentarse al mal sin aniquilar al malvado. La lengua activa las manos sólo para trabajar, es decir para crear.

¿Y la belleza? La belleza es una flor que se mira sin tocar.

En el momento actual, José de Belén resulta el santo más útil para recuperar la masculinidad (engendrar) y para la feminidad (gestar). Y necesitamos recuperar ambas con urgencia.