Marcelo Rebelo de Sousa es el presidente de la República portuguesa, católico. Ha conseguido retrasar por dos años la legalización de la eutanasia en Portugal. Para ello, ha utilizado todos los resortes jurídicos: desde la negativa pura y dura a estampar su firma en la ley inicua hasta la remisión del texto al Tribunal Constitucional portugués. Al final, no ha podido evitarlo pero al menos, como se dice ahora, ha dado testimonio.

¿Recuerdan ustedes algo parecido en el Jefe del Estado Española, su Majestad Felipe VI? Yo no.

En cualquier caso, al menos, el Rey podía cortar un poco más su ligazón con el Gobierno y con la política que Pedro Sánchez pretende imponer, una antropología aberrante en especial con la ideología de género por bandera.

El martirio de hoy se llama coherencia y la coherencia, además, es el mejor ejemplo que puede darse ante un sistema que impone una barrabasada tras otra. En España, Felipe VI lleva firmando leyes inicuas desde hace un lustro. Daría buen ejemplo si, de vez en cuando, se plantara.

De otra forma, alguien podría preguntarse para qué sirve el Rey.