Últimamente hay mucho movimiento episcopal, quizás demasiado, y muchas críticas a la jerarquía, en una Iglesia convulsa y en un orbe católico muy despistado
Últimamente hay mucho movimiento episcopal, quizás demasiado, y muchas críticas a la jerarquía, en una Iglesia convulsa y en un orbe católico muy despistado, con un terrible retroceso, no ya de la fe en Cristo sino de la mera cultura religiosa y hasta de las meras costumbres cristianas.
La sociedad católica actual recuerda el viejo chiste de Eugenio:
-¿A usted qué le parece que los curas se casen?
-Hombre, si se quieren, si se quieren...
Hoy, el inquisidor es el que acierta mientras el 'fraterno' suele fallar... cuando disculpa las faltas del hermano pero ignora las ofensas a Cristo
Es decir, si pasa qué importa... y si importa, ¿qué pasa?
Encima, el pasotismo cristiano corre parejo, más bien entrelazado, a un fulanismo acendrado. Y si el pasotismo es indolente, el fulanismo suele tener muy mala uva.
Dentro de la guerra civil doctrinal en la que vive ahora mismo la Iglesia de Roma (si los males de la Iglesia actual están dentro y no sólo arriba: arriba y abajo), hayamos el bando habitual de progres y conservadores. Los primeros, en la inopia y profiriendo chorradas, como siempre, los segundos demasiado airados, y visceralmente anti-Francisco.
Pero en 2021 vivimos otra fractura intraeclesial en la que me interesa reparar: la que divide a evangelizadores e inquisidores.
Ya sé que suena bien lo primero y chirría lo segundo: el inquisidor no está bien visto. Pues insisto: la Iglesia necesita inquisidores. Verán por qué...
Recuerden, la inquisición no perseguía a los ateos ni a los musulmanes: sólo a los herejes. Es decir, no vigilaba al de enfrente, vigilaba la de al lado, velaba por la pureza doctrinal. Un detalle que sus críticos siempre olvidan.
Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Pero en ese orden
¿Y esto te gusta? Sí, me gusta mucho y más en el siglo XXI. Me pasa lo mismo que con el exhibicionismo religioso: repugnante en épocas de normalidad, pero cuando la Iglesia está acosada por el mundo -que no por el diario El Mundo- lo propio del cristiano coherente es exhibirse ante ese mundo, mostrarse como católico, a tiempo y a destiempo.
No se me rasguen las vestiduras, porfa: necesitamos cristianos exhibicionistas pero también inquisidores.
Sí, la Iglesia actual necesita del inquisidor. En principio repudiable por su falta de caridad con el hermano -por lo general con el hermano purpurado, con la autoridad canónica- me gusta el 'inqui' por una cuasi evidencia siempre olvidada: la Iglesia no depende de cómo marche el mundo, es el mundo el que depende de cómo marcha la Iglesia. Si el Cuerpo Místico es fiel, el universo entero será fiel al Creador, si no... pues lo que ocurre ahora mismito.
El cristianismo necesita apóstoles pero también necesita inquisidores. Sobre todo en el siglo XXI
Además, con todas sus faltas contra la caridad -reprochables, sin duda-, el inquisidor es el que acierta mientras el 'fraterno' suele fallar, cuando disculpa las faltas del hermano pero ignora las ofensas a Cristo. ¿Lo quieren en concreto? Me asombra lo poco que mueven a muchos de esos caritativos cristianos las profanación creciente de la Eucaristía. Porque si no creen que en la forma consagrada está el mismo Dios, ¿por qué hay que amar al prójimo? Si Dios no se ha encarnado apliquémonos en la supervivencia: que gane el más fuerte. Veo a demasiados cristianos, incluso clérigos y obispos, cuya caridad es mera y fría filantropía. Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Pero en ese orden.
Un ejemplo entre mil: reparen en que mientras las ordenes que se han vuelto 'modernas', es decir, heterodoxas, carecen de vocaciones. Por contra, las que se han mantenido fieles a la doctrina florecen aún en momentos de pérdida mayoritaria de la fe.
Sí, hoy mismo, en 2021, casi 2022, resulta pertinente un elogio del inquisidor... porque si la Iglesia funciona, el mundo también funciona... no al revés.