El fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá, pronunció una homilía el Domingo de Ramos, 4 de abril de 1971, es decir, al inicio de la Semana Santa. De ella destaco dos frases porque creo que merece la pena repetirlas hoy, 53 años después. San Chema se refería al alejamiento general entre sociedad y Cuerpo Místico: "Si se pierde la sensibilidad para las cosas de Dios, difícilmente se entenderá el sacramento de la penitencia. La confesión sacramental no es un diálogo humano, sino un coloquio divino; es un tribunal, de seguro y divina justicia y, sobre todo, de misericordia, con un juez amoroso que no desea la muerte del pecador sino que se convierta y viva".  

A un lado de la rejilla hay pocos aspirantes. La gente no acude a confesar ni en Semana Santa y lo malo es que sin confesión no hay salvación posible.

Pero hay una segunda cita de la misma homilía que nos habla desde el otro lado de la rejilla: "Es un hecho público que algunos eclesiásticos parecen hoy dispuestos a fabricar una nueva Iglesia, traicionando a Cristo, cambiando los fines espirituales -la salvación de las almas, una por una- por fines temporales. Si no resisten a esa tentación, dejarán de cumplir su sagrado ministerio, perderán la confianza y el respeto del pueblo y producirán una tremenda destrucción dentro de la Iglesia".

Vamos, que andamos sin sentido del pecado, incapaces de arrepentirnos de nada y sin curas para confesar. Sí, el sacramento de la penitencia es el más duro para los sacerdotes. Sin duda.