Lo que ha pasado en Francia tras la victoria del Paris Saint-Germain en la Liga de Campeones, en la final del sábado constituye un síntoma de que esta sociedad está enferma.

No tiene mucho sentido celebrar la victoria de un equipo de fútbol ejerciendo la violencia. Pero es lo que pasó en la capital francesa, de Francia, un país que se supone civilizado.

El balance en el momento de escribir estas líneas es aterrador: dos fallecidos, más de 200 heridos, más de 560 personas arrestadas, más de 700 incendios y unos 300 vehículos quemados. 

Los fallecidos fueron un adolescente de 17 años apuñalado durante un tumulto. Y el conductor de un patinete eléctrico, que murió arrollado por un coche en las celebraciones callejeras.

Además, 22 miembros de las fuerzas de seguridad resultaron heridos, además de siete bomberos. 

Pero no es la primera vez que en Francia pasa algo así: recordemos la final de la Champions del año 2022, en la que jugó el Real Madrid, cuando los magrebíes la armaron en París.

El presidente francés, Emmanuel Macron, condenó los incidentes: “Nada puede justificar lo ocurrido en las últimas horas, los enfrentamientos violentos son inaceptables”. “Seguiremos adelante, castigaremos, seremos implacables”. 

 
El ministro del Interior de Francia, Bruno Retailleau, ha declarado: "Ofrezco mi apoyo al prefecto de Policía y a todos los agentes de Policía que están garantizando la seguridad de todos esta noche. Es insoportable que no sea posible hacer fiesta sin temer el salvajismo de una minoría de matones que no respetan nada".

Por su parte, el primer ministro, François Bayrou, ha mandado un mensaje de ánimo a las "fuerzas del orden". "Que la celebración sea hermosa y que todos velen por la seguridad de todos".

Mientras que el presidente de la Agrupación Nacional (el partido de Marine le Pen), Jordan Bardella, ha señalado: "Como ocurre en toda fiesta popular, la capital de Francia se convierte en un patio de recreo para la escoria". "Siempre los mismos perfiles y siempre la misma impotencia estatal. Ya no se trata sólo de un grave problema de inseguridad: es toda la imagen de Francia la que está empañada en el mundo".