El tremendismo con la pandemia ya se ha convertido en carne de cañón. La mentira, también. La masónica ceremonia mortuoria (y van dos) del pasado jueves, en la que colaboró con entusiasmo el Rey de España, así como el fallo del Tribunal Constitucional, una bofetada a Sánchez, han lanzado a los equipos de Moncloa a una nueva campaña del miedo: hablar de un quinta ola con una curiosa ambigüedad: por una parte no pueden reconocer su gravedad porque sería tanto como reconocer su propio fracaso, por no hablar de las posibles consecuencias sobre la siempre frágil confianza de la población en las vacunas. Por otra, ni pueden ni quieren abandonar la política del pánico que tan buenos resultados les ha proporcionado desde marzo de 2020.

Pero las comunidades autónomas luchan por ser más responsables aún que el mismísimo Sánchez Y entonces es cuando empiezan a lanzarse cierres de hostelería, toques de queda y otras barbaridades que tanto aman nuestros políticos.

Por cierto, si observamos la relación entre expansión del virus y medidas restrictivas de la libertad, cualquier parecido con lo directamente proporcional resulta un espejismo.

Los chinos quieren mezclar sus vacunas con cuarto y mitad de Pfizer. ¿Seguro que la ciencia ha triunfado?

La nota de color: los chinos quieren mezclar sus vacunas con cuarto y mitad de Pfizer. ¿Seguro que la ciencia ha triunfado?