Como resultaba evidente, hay que reconocer que pocos lo negaron aunque muchos lo ocultaron. Desde el primer momento trascendió que las vacunas Covid -tanto genéticas como sintéticas, las ADN como la ARN Mensajero, utilizaron cultivos celulares provenientes de fetos abortados.

De hecho, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, dictaminó en su momento que, aunque no le gustaba admitía esa vacunas ante la situación de pandemia existente. Insisto: como mal menor. Al tiempo, recordaba lo evidente: podían haberse utilizado otros cultivos celulares que en nada comprometían ni a nonatos abortados ni a la conciencia de los adultos provida.

Y podía no haberse hecho. Simplemente, se ha creado una industria a partir de asesinato del ser más inocente y más indefenso: el concebido y no nacido.

En cualquier caso, como la conciencia es un animal que siempre se resiste a morir, observen este vídeo protagonizado por una empleada de Pfizer huyendo de una periodista que le pregunta por lo que esa misma empleada dijo: que había que ocultar que empleaban células de fetos humanos para fabricar vacunas.     

El asunto no necesita más explicaciones.