Estamos todos locos, nos dicen lectores de Hispanidad. Y es verdad, el virus nos ha enloquecido. Para ser más exactos, lo que nos ha enloquecido es el miedo generado por el virus y la utilización del coronavirus como instrumento de control político para conseguir una tiranía sanitaria.

Gobierno y derechos

Sí: nos hemos vuelto todos medio chavetas. Las redes sociales, llenas de talento, lo han plasmado en una imagen genial: el arqueólogo Indiana Jones cambia el virus por el cambio climático, sin solución de continuidad.

Y esto es bello e instructivo porque, en efecto, el pánico al virus nos ha vuelto miedosos, y como el virus no da más de sí (el virus sí, pero el pánico provocado ya no puede ser mayor y, en cualquier caso, provoca hastío), lo sustituimos por el cambio climático, que teníamos abandonado... y eso no puede ser. Es la perfecta combinación de medios. Además, no podía desaprovecharse la ocasión, en plena ola de calor, de volver al pánico generado por la vía del apocalipsis climático. No hay como el calor de agosto para excitar el calentamiento mental y para repetir las predicciones sobre nuestra próxima cita con la catástrofe. Se trata de calentamiento global pero, sobre todo, de calentamiento mental.

Con este calor, yo ya respiro fatal, y la ONU nos advierte de que estamos al borde mismo de la tragedia... lo mismo que hace un cuarto de siglo, por cierto.

Más. Vacuna española para 2022. Espléndido. A lo mejor ahora, nos explican qué nos están metiendo y cómo se ha elaborado esta vacuna. Por cierto, me gustaría saber por qué los tratamientos contra el Covid de PharmaMar o de Grifols aún continúan en periodo de examen por las autoridades sanitarias. Pero, en cualquier caso, bienvenida sea la vacuna española. A ver si son más transparentes que las Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Janssen, etc.

¿Y como va la cosa del virus? Pues remite un tanto en Europa, lentísimamente, y crece en América, y tanto lo uno como lo otro de forma muy lenta, desesperadamente lenta. Y seguimos sin saber nada del virus rarito. Por ejemplo, seguimos sin saber cuánto contagia el vacunado y cuánto el que no lo está. Algunos aseguran que lo mismo, en cuyo caso el insulto favorito de los últimos tiempos -¡Irresponsable!- podría exigir millares de peticiones de disculpa. Y algo más grave: los laboratorios piden una tercera dosis pero, al mismo tiempo, empiezan a albergar la sospecha de que la validez de las vacunas inoculadas es poco efectiva frente a la variante Delta.

¡Ah!, el Tribunal Superior de Justicia gallego acaba de tumbar la idea de Feijóo de exigir el pssaporte sanitario para entrar en un bar y otros establecimientos públicos. A ver qué se inventa ahora nuestros pepero progre para seguir fastidiando al ciudadano. Por ahora, Feijóo sólo puede dastidiar a los gallegos.