Por respeto al incrédulo, yo prefiero calificarle como ateazo, porque agnóstico no significa otra cosa que ignorante… y yo soy muy respetuoso con los incrédulos. Otro sí: Lo divertido no es lo contrario de lo serio, sino de lo aburrido… y además suele ser cierto. Pero recuerden: el ateo es culpable del delito más grave que conozco: el de no creer. 

En cualquier caso, no se pierdan esta genialidad que circula por la red, obra del argentino Leonardo Castellani, uno de los hombres más sabios del siglo XX... que resume todo el siglo XX.

Pero tampoco olviden que la batalla del siglo XXI ya no es el ateísmo sino el anti-teísmo, es decir, la blasfemia contra el Espíritu Santo. Bástale a cada siglo su afán.