¡Ay Irene! desde que no estás Igualdad se desmorona. Con todo lo que has trabajado por los derechos de todas y todes ahora, unas y otres están enfrentados. Y con "furia" porque es así como el colectivo trans amenaza con cargar contra la nueva ministra, Ana Redondo. Les parece poco progre.

Una de las exigencias del colectivo trans es que destituya de forma «inmediata» a la directora del Instituto de las Mujeres, Isabel García, por «ser una destacada activista antiderechos trans».

Según El Mundo, el movimiento trans incluso amenaza con hacer campaña contra el PSOE en las próximas elecciones europeas y autonómicas y llegará a declarar a este partido «non grato» en la próxima celebración del Orgullo si no atiende a sus requerimientos. «Si no hay destitución, habrá furia trans», advierten estos colectivos, que denuncian que incluso se les deniega la entrada al ministerio para entregar firmas. 

En el enfrentamiento entre feministas clásicas y colectivo trans, recuerden: quien centra el debate gana el debate. El debate de la innecesaria norma trans del Ministerio de Igualdad se ha centrado entre feministas y homosexualistas, entre los movimientos feministas y el lobby LGTB. Las primeras se han sentido lógicamente aludidas: si la mujer no existe, si el sexo femenino es una mera convención social, ¿por quién ha estado luchando ellas todos estos años? ¿Por los derechos de una quimera, de una mera convención social? Ahora bien, como quien centra el debate gana el debate esto parece un pulso dialéctico entre el error y el horror, por concretar, entre Carmen Calvo e Irene Montero.

El pulso sobre el borrador de la ley de Transexualidad es una estafa: recuerden, siempre que alguien asegura que 2+2 son seis y un segundo le corrige advirtiendo que 2+2 son 4, surge un tercero que, en aras del diálogo y la democracia, concluye que 2+2 son cinco.

Así, ahora resulta que son las feministas quienes se ofenden porque la ley trans de la insigne ministra, Irene Montero, compendio de los siete sabios de Grecia, difumina el sexo femenino. Y Carmen Calvo, esa brillante estadista, asegura que no puede ser que la mera voluntad, el mero capricho, sirva para decidir si eres hombre y mujer y para modificar tu carné de identidad. Y recuerden que, según la ONU, no hay tres sexos, ni cuatro, ni cinco: hay 112.