Fin de semana movidito. En Hiroshima se reúne el G-7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Canadá e Italia) un canto a la egolatría de los grandes líderes. En Lisboa, el Club Bilderberg, que pretende ser como el G-7 pero con los que poseen más dinero y más poder. Otro canto a la egolatría. Por su parte, en Riad se reúne la Liga Árabe. Y resulta que Ben Salman, el más peligroso déspota del desierto, quiere ser mediador entre Rusia y Ucrania. ¡Toma ya! Y eso sí, vuelve a la mesa el sirio Bashar al Asad que no es un santo pero ha sabido defender a los suyos frente a la barbarie islámica. Eso no es malo.

El G-7, antaño líder de la civilización occidental ha perdido su ideario cristiano. Encima, hablarán, divididos, de guerra nuclear en Hiroshima. Muy oportuno

En Hiroshima se hablará de guerra nuclear, Buen sitio para ello, con un Biden al que no se le cae su sonrisa eléctrica ni tan siquiera en la ciudad donde su país, Estados Unidos, lanzó su primer artefacto nuclear. En cualquier caso, un Occidente descristianizado no puede unirse contra nada. Por ejemplo, si Estados Unidos quiere enfrentarse económicamente a China pero Alemania quiere negociar con los chinos. En suma, un paripé.

Bilderberg, el poder privado, el menos transparente, la verdad es que se ha quedado en mero canto a la egolatría de los poderosos del dinero o de la influencia. A Lisboa han acudido seis españoles, los más progres entre los influyentes: Ana Botín (Santander), José Manuel Entrecanales (Acciona), José Manuel Albares (Exteriores) el periodista Pedro J. Ramírez (El Español), el pro-pepero feijoniano González Pons más el añadido de Belén Garijo, CEO de Laboratorios Merck que, aunque natural de Almansa, provincia de Albacete, se ha nacionalizado alemana. Que allí se quede.

La coordinadora -en su día fue Juan Luis Cebrián- ahora es la presidenta del Santander, Ana Botín, como lo fue José María Entrecanales. Los más progres entre los progres. González Pons, el más progre del equipo Rajoy, el ministro sanchista Albares y el periodista Pedro J Ramírez, el hombre que se ríe cuando le hablas de sobrenaturalidad.

Y en la Liga Arabe, uno de los líderes más violentos del planeta, Ben Salman, se convierte en príncipe de la paz entre Rusia y Ucrania. ¡Toma ya!

En cualquier caso, Bilderberg sirve para poco, salvo para que alguno de sus invitados sufra hemorragias de placentera vanidad y para tejer un sinfín de contactos.

Ni el Club Bilderberg, ni en el G-7 ni la Liga Árabe sirven para el siglo XXI. Habrá que pensar en sustituirlas.