No, en este mundo, que creo es lo que quería decir Francisco, el malvado ya sufre su propio mal, pero también hace sufrir a sus víctimas. En El Cielo, la víctima no sufrirá, pero sus verdugos sí sufrirán en el Infierno
El Papa ha celebrado el décimo aniversario de su proclamación como Pontífice de la Iglesia católica con diversas entrevistas periodísticas, la mayoría de ellas con periodistas poco "recomendables". Entiéndase: los papas deben tener cuidado con las entrevistas, con todas ellas, no porque los periodistas seamos malos -hay tanta gente mala en periodismo como en cualquier otra profesión, sino porque a los periodistas nos interesan los hechos de ayer, mientras a los Papas deben interesarles los hechos de hoy, es decir, los hechos eternos... pues el presente es el momento donde el tiempo se funde con la eternidad. No voy a concluir que un Papa nunca podrá entenderse con un periodista, pero casi. Se lo dice un periodista.
Pues bien, que ha dicho el Papa Francisco que "el infierno no es un lugar. El infierno es un estado, es un estado del corazón, del alma, de una postura frente a la vida, a los valores, a la familia, a todo. Hay gente que vive en un infierno porque se lo busca, hay otros que no, que son sufridos".
Si el infierno no existe, ¿por qué Cristo lo cita en los evangelios más de 40 veces? ¿Quizás nos estaba engañando?
Recuerdo que el mismo 'error' cometió San Juan Pablo II cuando aseguró, sin llegar el polaco tan lejos como ha llegado el argentino, que "el cielo no es un lugar". Al día siguiente los astutos teólogos de El País tradujeron que el Cielo ya no era dogma de fe, y alguno, aún más intelectual, aseguró que el Cielo había dejado de existir, porque así lo habría prescrito el mismísimo Papa.
La verdad es que las cosas ni existen ni dejan de existir porque lo diga un Papa, incluso cuando habla ex cátedra. La Iglesia no otorga la existencia ni la elimina, sólo reconoce lo creado por el Creador o niega aquello que no es obra del Creador sino un invento del hombre, que no crea nada. Mismamente, el pecado, porque el mal no es lo contrario del bien sino la no existencia de bien.
San Juan Pablo II se equivocó al decir la frase, pero lo de Francisco ha sido mucho peor. El cielo y el infierno existen... o Cristo era un embustero
Naturalmente, lo que quería decir Karol Wojtyla es que el Cielo no es un lugar porque lugar es todo lo que ocupa espacio al igual que el tiempo es la duración del espacio, la duración de lo mudable y, sobre todo, porque el alma humana es espiritual y no ocupa lugar. En definitiva, aunque me temo que resultó un fracaso, al menos en su intelección, Juan Pablo II sólo estaba recordando la naturaleza humana, mezcla de materia y espíritu, no estaba diciendo, en ningún momento, que la conducta del hombre ni tuviera premio (el cielo, que sí que existe) o castigo (el infierno, que también existe).
Sigamos con el Cielo del polaco y con el Infierno del argentino: Bergoglio ha cometido el mismo error... me temo que ampliado con su psicología argentina sobre los estados de ánimo (recuerden, aunque es Papa, si es argentino es psicólogo). Claro que el infierno no es un lugar, pero tampoco un estado de ánimo iniciado ya en este mundo.
No, en este mundo, que creo es lo que quería decir Francisco, el malvado ya sufre su propio mal, pero también hace sufrir a sus víctimas. En el Cielo, la víctima no sufrirá, pero sus verdugos sí sufrirán en el Infierno.
Para mayor confusión, Francisco ha tomado como ejemplo la misericordia de Dios, que nunca se acaba, una invitación a todos los cabrones del mundo a seguir comportándose como canallas o, lo que es peor, a no preocuparse lo más mínimo de sus vecinos, el terrible pecado de indiferencia del siglo XXI. Y naturalmente, hay que recordarle a Su Santidad el testimonio de todos los místicos de antes y de ahora: Dios es infinitamente misericordioso, ciertamente, e infinitamente justo, no menos cierto. En aras de su misericordia, Dios no condena a nadie al infierno, en aras de su justicia, es el hombre el que ingresa en el Infierno, sin necesidad de condena forense. Dios no condena, es el hombre quien se condena. Pero eso es algo más que un Estado de ánimo, algo más que psicología: es una trágica realidad, tan real como los dedos con las manos con la que escribo este artículo.
Insisto: Francisco, el Papa verdadero, no debería correr con mangueras a las inundaciones y con barcazas a los incendios
¿Que el malvado ya sufre aquí, en la tierra, las penas del infierno? No Santidad, como enseña el Catecismo, sufrirá más en (preposición que indica lugar) el Infierno, por la sencilla razón de que habrá perdido toda esperanza de contemplar el rostro de Dios. En este mundo siempre queda esperanza. En el otro, la esperanza habrá desaparecido. El infierno es la patria de los desesperados que no pueden ni suicidarse.
En cualquier caso, si el Infierno no existe, si sólo es un Estado de Ánimo, ¿por qué Jesucristo lo cita más de 40 veces en los evangelios? ¿Acaso pretendía engañarnos? Puede que el infierno no sea un lugar, pero allí será el llanto y el rechinar de dientes. El cielo y el infierno existen... o Cristo era un embustero.
En todo caso, Santidad, por favor, ¿por qué siempre corre con mangueras a las inundaciones y con barcazas a los incendios? Por Francisco hay que rezar y ayunar... y dejar de acusarle de destruir la doctrina, que no ha tocado. Pero no sembremos más confusión de la ya existente... en la Iglesia y en el mundo.
En cualquier caso, el Cielo existe, el Infierno, también. No se apuren: tendrán ocasión de comprobarlo.