Dice el presidente de la Conferencia Episcopal alemana, monseñor Georg Bätzing, que no le parece mal la ordenación de mujeres, ni que se casen los sacerdotes ni las relaciones homosexuales. Vamos, que ha hecho el recorrido completo por los tics de la progresía clerical

Es lo que podríamos llamar la teología de la bragueta, tan querida en Alemania. Uno diría que a estos obispos vejestorios lo que les mueve no son estas cuestiones -todas ellas liberadoras, por supuesto- sino la obsesión por fastidiar, preferentemente a Roma. 

Aclaración previa: no, alemán cismático no es una reiteración. Esto es: hay alemanes que no son cismáticos, incluso entre los obispos y sacerdotes. ¡Qué cosas!

Ahora bien, la obsesión por el sexo de los obispos cismáticos alemanes no puede ocultar la verdadera batalla, que consiste en defender y mantener la Eucaristía... de la que viven la Iglesia y el mundo. 

El cisma no vendrá por la bragueta, sino por la Eucaristía, que es cuestión mucho más relevante, pero la blasfemia y la necedad siempre se entienden bien. Siempre viene unido lo uno con lo otro.

Además, la teología de la bragueta empieza a resultar un poquito cansina.