La investigación en el espacio acaba derivando en la industria y la ciencia, de modo que beneficia al conjunto de la ciudadanía. El wi-fi, la fotografía digital, las tomografías médicas o la manta térmica son avances fruto de lo que previamente ha experimentado la ciencia espacial. “Estamos rodeados de tecnología espacial aunque no lo sepamos” afirma José Manuel Carrasco, autor de ‘Cosmos. Una inmersión rápida’ (Tibidabo Ediciones).

Este profesor de Física y divulgador de la astronomía sustenta esta teoría frente a quienes critican el alto presupuesto de las misiones en el espacio. En términos económicos, se calcula que cada euro invertido en esta investigación tiene un retorno a la sociedad de entre tres y siete euros.

Estos avances tecnológicos son posibles porque el espacio reúne unas condiciones de vacío, temperaturas extremas de frío y calor, visibilidad sin reverberación o partículas viajando a alta velocidad que lo convierten en “el mejor laboratorio”, con condiciones extremas difíciles de reproducir en la Tierra.

Usando términos conocidos, pero también otros muchos específicos, el libro acerca al lector al apasionante mundo de la Astronomía y del conocimiento del Sol, las galaxias, los astros y las estrellas, los planetas del Sistema Solar y los extrasolares que no veremos nunca, los agujeros negros, la gravedad y muchos misterios del espacio todavía desconocidos. Carrasco pronostica que, mediante las ondas gravitacionales, se “escuchará el universo”. Entraremos en una nueva era que permitirá detectar objetos ahora invisibles.

El autor se recrea en contabilizar distancias a planetas inalcanzables para los que necesitaríamos siglos para acercar una nave, o los miles de millones de estrellas presentes en el firmamento, de los que a lo sumo podemos divisar a simple vista 10.000 y apenas un centenar si nos encontramos en un entorno de contaminación lumínica.