El Papa Francisco ofreció una rueda de prensa en italiano a los periodistas que lo acompañaron en el vuelo papal durante su viaje apostólico a Kazajistán, recogida por Aciprensa.

El periodista alemán Rudiger Kronthaler le hizo la siguiente pregunta: "Mi pueblo es responsable de los millones de muertos hace 80 años. En la escuela aprendemos a no usar nunca las armas, nunca la violencia. La única excepción es la defensa propia. ¿Usted cree que en este momento es necesario darle armas a Ucrania?".

A la que el Santo Padre respondió así: "Es una decisión política, que puede ser moral, moralmente aceptada si se hace con las condiciones de moralidad, que son muchas y entonces podemos hablar.

Pero puede ser inmoral si se hace con la intención de provocar más guerra o de vender las armas o desechar las armas que ya no necesito. La motivación es lo que califica en gran medida la moralidad de este acto.

Defenderse no solo es lícito, también es una expresión de amor a la patria.  El que no se defiende, el que no defiende algo no lo ama, en cambio el que defiende ama.

También los lleva a caer en otra cosa que he dicho en mis discursos: que hay que reflexionar más sobre el concepto de guerra justa porque ahora todo el mundo habla de paz.

Hace 70 años en las Naciones Unidas se habla de paz, se habla mucho de paz. Ahora mismo ¿cuántas guerras hay? La que  ha mencionado de Ucrania y Rusia; y ahora Azerbaiyán y Armenia que se detuvo un poco porque Rusia salió como garante. Garante de la paz aquí y haciendo la guerra allí.

Luego está Siria, 10 años de guerra. ¿Qué está pasando allí que no se detiene? ¿qué intereses mueven estas cosas?

Luego está el cuerno de África, el norte de Mozambique, y después Eritrea, una parte de Etiopía y otra de Eritrea. Luego viene Myanmar con ese pueblo sufriente que tanto amo, los rohingya que dan vueltas, vueltas, vueltas como gitanos y no encuentran el país.

Estamos en una guerra mundial, por favor.

Recuerdo una cosa personal cuando era niño. Tenía nueve años y recuerdo haber escuchado la alarma del mayor periódico de Buenos Aires. En ese momento, la alarma sonaba para festejar o para dar malas noticias, ahora ya no suena, se escuchaba en toda la ciudad.

Mi mamá dijo ‘¿qué pasa?’. Estábamos en la guerra, en el año 45. Una vecina vino a la casa para decirnos que había sonado la alarma y lloraba: Ha terminado la guerra.

Y veía a mamá y a aquella vecina llorando de alegría porque la guerra había terminado, no es el país sudamericano, sino en otro lejano. Estas personas, estas mujeres sabían que la paz era más grande que todas las guerras y lloraban de alegría cuando se hizo la paz, no lo olvido.

Me pregunto hoy si estamos con el corazón educado para llorar de alegría cuando vemos la paz. Todo ha cambiado, si no haces la guerra no sirves.

 Luego hablaré de Alemania. Luego la fábrica de armas. Pero esto es un negociado asesino. Alguien me decía, que entiende de estadísticas, que si se dejara un año de fabricar armas se solucionaría toda el hambre del mundo. No sé si es cierto o no.

Pero el hambre, la educación no se puede porque hay que fabricar armas. En Génova, hace unos años, tres o cuatro, llegó un barco cargado de armas, que tuvo que pasar las armas a un barco más grande, que fue allí a África, a Asia, cerca de Sudán del Sur, creo.

Los trabajadores del puerto no querían hacerlo, les costaba pero no, hoy dicen no colaboro con esto, con la muerte. Es una anécdota, pero que hace que uno se sienta con una conciencia de paz.

Usted habló de su patria, una de las cosas que he aprendido de ustedes es la capacidad de arrepentirse y pedir perdón por los errores de la guerra. Y además, no solo pedir perdón sino también pagar por los errores de la guerra, esto habla bien de ustedes y es un ejemplo que se debería imitar.

La guerra en sí misma es un error, es un error.

Y nosotros estamos respirando este aire ahora mismo. Si no hay guerra, parece que no hay vida. Un poco desordenado pero ya he dicho todo lo que quería decir sobre esto de la guerra justa. Pero el derecho de defensa sí, eso va. Pero usarlo cuando sea necesario".

A continuación la periodista polaca Sylwia Wysocka le pregunta: "Santo Padre usted dijo que nunca podemos justificar la violencia, todo lo que está sucediendo en Ucrania ahora es pura violencia, muerte y destrucción total por parte de Rusia. Nosotros en Polonia tenemos la guerra muy cerca de nuestra puerta. Dos millones de refugiados. Me gustaría preguntarle si, en su opinión, existe una línea roja a partir de la cual no se debería decir que estamos abiertos al diálogo con Moscú, porque a muchos les cuesta entender esta disponibilidad. Y también me gustaría preguntar si el próximo viaje será a Kiev".

Y le responde el Papa Francisco: "Sí, le responderé a esto, pero preferiría que primero hiciera preguntas sobre el viaje, aunque sobre esto respondo.

Creo que siempre es difícil entender el diálogo con los estados que iniciaron la guerra y parece que el primer paso lo dio esa parte. Es difícil, pero no debemos descartarlo.

Dar a todos la oportunidad de dialogar, a todos, porque siempre existe la posibilidad de que a través del diálogo las cosas puedan cambiar, incluso ofrecer otro punto de vista, otro punto de consideración, pero no excluyo el diálogo con ninguna potencia que esté en guerra, aunque sea el agresor.

A veces hay que dialogar así, pero hay que hacerlo. Apesta, pero hay que hacerlo. Siempre un paso adelante. La mano tendida, siempre, porque de lo contrario cerramos la única puerta razonable a la paz.

A veces no se acepta el diálogo; es una pena. Pero siempre hay que dialogar. Por lo menos que se ofrezca. Y esto es bueno para quien no puede respirar".