Tal y como recogió Hispanidad, en Rumanía, el pasado 6 de diciembre, se celebraron elecciones generales en las que resultó vencedor, con el 23% de los votos, en primera vuelta, Calin Georgescu, que se presentaba como independiente, aunque el partido Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR) le apoya. 

Este político es soberanista rumano y partidario de detener la ayuda militar de Rumanía a Ucrania, por lo que se le tilda de 'pro-ruso'.  

Sin embargo, poco después de ese triunfo, el Tribunal Constitucional rumano anulaba las elecciones argumentando que se había producido  una supuesta "injerencia rusa" en la campaña y ordenaba su repetición el próximo 4 de mayo en primera vuelta y el 18 de mayo en segunda vuelta.

Además, con la connivencia de la supuestamente civilizada y democrática UE, Georgescu era detenido y trasladado a la Fiscalía General para ser interrogado por supuestas irregularidades en el proceso electoral, entre ellas: presuntos delitos investigados como acciones contra el orden constitucional, instigación pública, constitución de una organización de carácter fascista, racista o xenófoba y declaraciones falsas sobre fuentes de financiación de la campaña electoral. Poco después, Georgescu era liberado, pero prohibiéndole la presencia en medios y redes.

Sin embargo, Georgescu decidía volver a presentarse a los comicios del 4 de mayo, hasta el punto de que volvía a liderar las encuestas, con hasta un 40% de intención de voto.  

Pero la sorprendente noticia ahora ha sido que la Oficina Electoral Central de Rumanía ha anulado su candidatura, argumentando «irregularidades tanto de forma como de fondo», como por ejemplo, una supuesta discrepancia en su declaración patrimonial, algo que suena a excusa barata.

La reacción con ira de una parte del pueblo rumano no se ha hecho esperar:

El propio Georgescu ha reaccionado así en redes sociales: «¡Un golpe directo al corazón de la democracia mundial! ¡Tengo un mensaje más! Si la democracia en Rumania cae, caerá todo el mundo democrático. Esto es sólo el principio. ¡Es así de simple! ¡Europa es ahora una dictadura, Rumania está bajo la tiranía!».

Por su parte, George Simion, presidente del partido soberanista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR) y vicepresidente del grupo europeo ECR, ha denunciado: «Rumanía es un Estado policial totalitario. Ahora se están utilizando gases lacrimógenos contra el pueblo rumano, que grita frente a la Oficina Electoral Central contra los abusos sin fin y la dictadura. ¡Queremos LIBERTAD!».

Desde España, Vox se ha pronunciado así: 

Cabe recordar también el histórico discurso del vicepresidente de EEUU, JD Vance, ante líderes europeos en Munich (Alemania), el pasado 14 de febrero, denunciando que Europa, en teoría paraíso de las libertades, se está dedicando a acabar con ellas. Y ponía como ejemplo el caso de la anulación de las elecciones en Rumanía, con estas palabras: "Me sorprendió que un excomisario europeo apareciera recientemente en televisión y pareciera encantado de que el Gobierno rumano hubiera anulado unas elecciones enteras. Advirtió que, si las cosas no salen según lo previsto, lo mismo podría suceder en Alemania". (...) "Hemos llegado a un punto en el que la situación ha empeorado tanto que, en diciembre pasado, Rumanía anuló directamente los resultados de unas elecciones presidenciales basándose en meras sospechas infundadas de una agencia de inteligencia y en la enorme presión de sus vecinos continentales. Hasta donde tengo entendido, el argumento fue que la desinformación rusa había contaminado las elecciones rumanas". "Pero les pediría a mis amigos europeos que tengan un poco de perspectiva. Se puede creer que está mal que Rusia compre anuncios en redes sociales para influir en vuestras elecciones. Nosotros ciertamente lo creemos. Incluso se puede condenarlo en el escenario mundial. Pero si vuestra democracia puede ser destruida con unos cientos de miles de dólares en publicidad digital de un país extranjero, entonces nunca fue muy fuerte desde el principio". 

En definitiva, esta anulación de un candidato electoral en Rumanía, porque no gusta a las élites  y burócratas de Bruselas, supone un grave golpe de Estado que quien sabe si será preludio de otros similares, porque si en otros países aparecen candidatos que no gustan a la UE, ¿también lo van a anular?