Joe Biden y su corte progresista han convertido a Estados Unidos en el hazmerreír internacional. EEUU ha pasado de ser el referente diplomático a convertirse en objeto de mofa por parte de las grandes tiranías del orbe mundial y de los grupos terroristas.

Continúa el caos en Afganistán, motivado por la inacción del presidente Joe Biden, de quien los propios talibanes se carcajean, amenazando a EEUU con represalias si no efectúa la evacuación completa antes del 31 de agosto.

La cobardía del inquilino del Despacho Oval lleva ahora a que EEUU se plantee reconocer un gobierno dirigido por los fanáticos talibanes. Una idea que ya adelantó en días pasados el propio Biden y que, ahora, apuntala su secretario de Estado, Antony Blinken, quien ha indicado que “si los talibanes defienden los derechos básicos del pueblo afgano, y nos dejan retirarnos, sería un gobierno con el que podríamos trabajar”.

La cobardía del inquilino del Despacho Oval lleva ahora a que EEUU se plantee reconocer un gobierno dirigido por los fanáticos talibanes. Una idea que adelantó Biden y ahora apuntala Blinken 

Llama la atención el modo en que la todavía primera potencia mundial, ahora regida por el progresismo más extremo, hinca la cerviz ante un grupo islámico radical. El temor de los expertos es que la caótica evacuación americana genere que los talibanes se hagan con el control del armamento estadounidense. Así, el congresista y presidente del Comité de Estudios de los republicanos en la Cámara Baja, Jim Banks, ha indicado que “Biden tendrá sangre en sus manos, si los talibanes usan el armamento estadounidense contra los ciudadanos americanos”. Por su parte, el senador Lindsey Graham ha denunciado que “el presidente Biden se rinda a los talibanes y que tolere que un grupo terrorista acuerde los términos de una evacuación”. También ha adelantado que Biden podría ser sometido a un procedimiento de destitución o impeachment, por cuanto su cobardía dificulta que EEUU pueda combatir en conflictos futuros en caso de ser necesario”.

Lo cierto es que la Administración Biden-Kamala es un perfecto binomio entre sectarismo e inutilidad. El mejor ejemplo lo tenemos en la caótica gestión de la propia evacuación de Afganistán. Por un lado, Biden asegura que la misión de EEUU es sacar a todos sus ciudadanos de Afganistán. Al mismo tiempo, el portavoz del Pentágono afirma que “no sabe cuántos ciudadanos estadounidenses siguen en el país”, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, apunta que “creemos que quedan algunos ciudadanos estadounidenses en Afganistán” y el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, estima que “son 1.500 los estadounidenses que esperan a ser evacuados en Afganistán”. Ciertamente el equipo de Biden es como el camarote de los Hermanos Marx. Si fuera un americano pendiente de ser evacuado de la amenaza talibán, estaría francamente preocupado.

El congresista y presidente del Comité de Estudios de los republicanos en la Cámara Baja, Jim Banks, afirma que “Biden tendrá sangre en sus manos, si los talibanes usan el armamento estadounidense contra los ciudadanos americanos”. Y ya ha habido un doble atentado en el que han muerto soldados estadounidenses

Pero lo más grave de todo es que, la actuación cobarde y caótica de Biden, no solo no ha servido para aliviar la tensión sino que, además, ha generado la terrible muerte de un elevado número de soldados estadounidenses en los atentados ocurridos en las cercanías del Aeropuerto de Kabul.

No obstante, el ridículo internacional del equipo Biden no solo afecta al presidente sino también a la vicepresidenta Kamala Harris. La número dos de Biden se está distinguiendo como una de las mayores nulidades políticas de la historia política estadounidense. Si ya su gestión como principal responsable de política migratoria devino en la mayor crisis humanitaria en la frontera con México de la historia reciente, incluyendo una desastrosa gira por Hispanoamérica, su gestión de la política de contención hacia China va por el mismo camino. Así, la vicepresidenta inició una gira en Asia por diversos países aliados estadounidenses, en el marco de la lucha por impedir la expansión china por la zona. Pues bien, el día antes de reunirse Kamala con el presidente de Vietnam, Nguyen Xuan Phuc, el gobierno vietnamita contraprogramó a la vicepresidenta estadounidense, y el primer ministro vietnamita, Pham Minh Chinh, se reunió por sorpresa con el embajador de China en Vietnam, Xiong Bo, y aseguró que “Vietnam no se posicionaría en contra de China”. Toda una bofetada diplomática a EEUU. Es lógico, la cobardía progresista lleva a que nadie tome en serio al ejecutivo de Joe y Kamala.

Kamala Harris inicia una gira en Asia para contener a China, pero... el día antes de verse con el presidente de Vietnam, el primer ministro de este país se reunió por sorpresa con el embajador chino y le aseguró que no se posicionarían en contra de China

No obstante, lo que verdaderamente preocupa al progresismo mediático es la temprana erosión de la imagen política del Ejecutivo Biden. Así, apenas ocho meses después de asumir el cargo, la media de los sondeos indica que la gestión de Biden es suspendida por la mayoría de estadounidenses, así un 49,1% desaprueba a Biden como presidente, por un 46% que le defiende. Y el porcentaje de desaprobación llega incluso al 55% según el diario USA Today, el periódico de mayor circulación del país. Una valoración lamentable para un presidente en su primer año de mandato.

Mofas externas, inutilidad en la gestión, descrédito popular… el gobierno Biden-Kamala puede tener fecha de caducidad.