Reivindiquemos los que nos une, no lo que nos separa”, clamaba Pedro Sánchez mientras el personal asistente al desfile militar con motivo de la Fiesta Nacional del 12 de octubre le decía de todo menos bonito. Y eso que esta vez los responsables de imagen, que no de seguridad, dado que Sánchez no corría peligro alguno, le habían alejado aún más del público circundante, a ver si con un poco de suerte no se oían los aullidos populares contra el presidente del Gobierno.

Porque claro, señor Sánchez, ¿qué pasa si resulta que lo que nos une es lo que rompe España? A lo mejor se trata de esa unidad (ERC, PNV, Junts, Bildu, Podemos) que muchos españoles, no sin razón, consideran enemigos de España y, por tanto, de la Fiesta Nacional.

Sánchez no es consciente de que es el heredero de Zapatero, el hombre que retrotrajo a España hasta 1936, es decir, que devolvió al país -los progresistas siempre marchan hacia atrás- al guerracivilismo.

Los presentes en el desfile militar abuchearon a Sánchez y el presidente-estadista responde aludiendo a lo que nos une. Por ejemplo, Bildu

En el entretanto, Santiago Abascal, que no siempre anda oportuno pero el 12 de octubre, día de la Hispanidad, sí lo ha estado, aprovechaba para sentirse orgulloso de ser el descendiente de quienes civilizaron y evangelizaron un continente, aquellos hombres conscientes de que donde esté España debe estar Cristoo no se perderá Cristo pero sí España. Los conquistadores de América eran del tipo de persona que podía pasarse dos pueblos pero al que nunca se le hubiera ocurrido hablar de ‘Latinoamérica’: tenía menos complejos.

En cualquier caso, el desfile militar del 12 de octubre de 2021 ha vuelto a darnos la peor noticia posible en el mismo día de la Fiesta Nacional: la constatación de que han vuelto las dos Españas, y una de ellas podría helarnos el corazón.

Sí, el problema es que la prepotencia chulesca de Pedro Sánchez ni puede ni quiere darse cuenta de la situación. Su ahora defenestrado Iván Redondo, el hombre que le llevó a La Moncloa, hizo la elección: en lugar a aproximarse al PP, se aproximó a los neocomunistas de Podemos.

Con ello, Sánchez llegó mucho más allá que sus propias referencias históricas, los socialistas homicidas de la II República (no, no todos eran homicidas, sólo algunos-bastantes): introdujo a los comunistas en el Gobierno de España y así floreció, esplendoroso, el guerracivilismo sembrado por Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2011.

Sánchez introdujo a los comunistas en el Gobierno de España y así floreció, esplendoroso, el guerracivilismo sembrado por Rodríguez Zapatero entre 2004 y 2011

Este XXI no ha sido un buen siglo para España, que empezó con la tibieza de Aznar, creció con la salvajada de ZP, entró en crisis permanente con la rendición de Mariano y ahora sufre el disparate de Sánchez.

Volvemos a la Fiesta Nacional, a las dos Españas, la de esta misma mañana: la que canta “tú nos dijiste que la muerte no es el final del camino”, la misma que abuchea a Sánchez y la que otorga certificados de democracia y opone cristianismo y democracia. Sí, tal es la mayor victoria conseguida por el Nuevo Orden Mundial (NOM) en toda Europa y por el Sanchismo en España: hoy, todo aquel que se atreve a confesarse cristiano es un ultra y los ultras, naturalmente, deben ser duramente perseguidos por la ley.

 

 

Tenemos una España, la de la Hispanidad, (sí, hoy minoritaria) que afronta la muerte, la otra la esconde. Para el español, la vida siempre fue eso que viene antes de la muerte, no por desesperación, sino por la nota distintiva del hispano y de la hispanidad: el anhelo de eternidad.

Si quieren visualizar las dos Españas observen las setenta veces siete diferencias entre el desfile de hoy y las dos ceremonias masónicas de los funerales Covid. Sólo tienen en común una cosa: ambas estaban presididas por su majestad el Rey Felipe VI. Pero mejor que no piensen mucho en ello. Podrían llegar a conclusiones precipitadas.