Aprovechar una tragedia para medrar políticamente resulta aún mas despreciable que abandonar a las víctimas. Lo primero lo ha hecho Pedro Sánchez, naturalmente apoyado en la ciencia, siempre en la ciencia… como si la ciencia pudiera salvar al hombre de un seísmo, un maremoto o una erupción volcánica.

Sánchez aseguró, durante su primera visita a La Palma, tras la erupción del Volcán de Cumbre Vieja, que “todo está saliendo según lo previsto”, ¡Pues menos mal, señor Presidente, que esta tragedia estaba prevista!

El volcán lleva ya 3 semanas con una doble combinación, habitual en estos casos, pero no por ello menos peligrosa, entre movimientos sísmicos y nuevos ríos de lava, en una reedición del trágico mito de Sísifo, en el que, justo cuando parece que todo ha terminado, el dolor recomienza.

La única conclusión ‘científica' que cabe formular sobre la erupción es que toda la isla está en peligro y que nada está saliendo "según lo previsto”

Todos nos consolamos porque no ha habido desgracias personales pero los palmeros se hunden en la miseria mientras tienen que soportar a los voceros gubernamentales -ayer la ministra de defensa, Margarita Robles- quienes aseguran que nunca les abandonarán.

La verdad es que si el volcán va a más los palmeros no pedirán que el Gobierno no les abandone, sino abandonar ellos la isla.

En resumen: Pedro Sánchez está utilizando la desgracia palmera para presumir de filantropía, y manteniendo -sostenella y no enmendalla- su estúpido toque de género (palmeros y palmeras), lo que seguramente consolará extraordinariamente a los damnificados.

Si el volcán va a más los palmeros no pedirán que el Gobierno no les abandone, sino abandonar la isla

Todo ello con un firme apoyo científico… en una erupción donde los cálculos de los científicos han sido sobrepasados por la realidad, una y otra vez.   

Llevamos tres semanas de erupción. Esto empieza a recordar a las Torres Gemelas, que no se derrumbaron con el impacto de los aviones terroristas, sino cuando, por mor del impacto, las estructuras de los dos gigantes de hierro no pudieron aguantar el peso.

Dicho de otra forma: mejor confiar en Cristo que en Pedro Sánchez, no sólo para apaciguar la ansiedad sobre el futuro sino porque, tras tres semanas de erupción tal parece que es la Providencia, desde luego no el Gobierno, quien está salvando a la isla de La Palma. Que así sea y así siga.