Fin de semana intenso en Moncloa. No me refiero a la exclusiva del diario El Mundo -gran exclusiva-, con la filtración de los mensajes entre el presidente del Gobierno y el ministro Ábalos. Entiéndanme: Esteban Urreiztieta probablemente sea hoy el mejor periodista de investigación que existe en España. Ahora bien, respecto a la corrupción, el PSOE, partido que inventó la corrupción, ya ha dictaminado la siguiente conclusión: no hay que hacer nada. Aunque se llegara a la mismísima condena del mismísimo presidente, la respuesta sería la misma: frente a corrupción, cinismo total. Los de siempre, Félix Bolaños, Pilar Alegría, la pareja de los Óscar, Puente y López, se encargarán de conjurar cualquier caso de corrupción por grave que sea y por muy adelantada que se encuentra la investigación periodística o judicial. Al Sanchismo no le importa la corrupción porque nada importa nada. Y si pasa, ¿qué importa? Y si importa, ¿qué pasa?
Los mensajes de Sánchez con Ábalos publicados por el Mundo demuestran la grosería y el cinismo, incluso la catadura moral, del inquilino de La Moncloa. De acuerdo, ¿y qué? Se trataba de mensajes privados de un personaje público y con ellos ocurre lo mismo que cuando se trata de mensajes públicos de un personaje privado: no hay consecuencias.
Al Sanchismo no le importa la corrupción: nada importa nada. Y si pasa, ¿qué importa? Y si importa, ¿qué pasa?
¿Y si se diera una condena judicial? Pues, partiendo de que los veredictos judiciales son muy lentos da igual: si el mismísimo Sánchez fuera condenado tampoco pasaría nada: se indultaría a sí mismo y en paz. Recuerden que el Sanchismo sólo tiene un maestro: el chavismo venezolano, lo único que importa es continuar. Y no es necesario fingir.
En el terreno personal eso significa que Sánchez no tiene amigos. De acuerdo, pero, ¿alguna vez los tuvo? Lo que don Pedro ha inventado de verdad es la degeneración alabada. Ha recorrido todas las estaciones de la miseria y no tiene el menor empacho en continuar por esa vereda, que parece interminable, siempre fiado en que la gente olvida y traga, traga y olvida.
Y así, tras el apagón, el Gobierno insiste en su fanatismo climático. Hay que suprimir el carbón, el petróleo, el gas y las nucleares. Y si no funciona, pues ya funcionará.
En Moncloa saben perfectamente que la responsable del cero eléctrico del lunes 28 de abril fue la prioridad, y las subvenciones, otorgada en el sistema a la eólica y a la solar, energías inestables y caras, pero para mantenerse en el poder necesitan seguir mintiendo.
Lo que don Pedro ha inventado de verdad es la degeneración alabada. Ha recorrido todas las estaciones de la miseria y no tiene el menor empacho en continuar por esa vereda, que parece interminable, siempre fiado en que la gente olvida y traga, traga y olvida
Y seguirán mintiendo, Sara Aagesen, aún más fanática que Teresa Ribera, se rasga las vestiduras cunado alguien asegura que la obsesión por las renovables es la responsable del apagón.
Con esto Sánchez se arriesga a sumir a los españoles en nuevos apagones: le es exactamente igual. Ayer, domingo 11, volvió a producirse un nuevo desastre en la estación de alta velocidad de Santa Justa, en Sevilla. Ya verán cómo el ministro Óscar Puente aparece ante las cámaras asegurando que el ferrocarril español atraviesa el mejor momento de su historia.
Y se quedará tan ancho. Don Óscar es un alumno sanchista aventajado, y en el Sanchismo reina el cinismo. Pues con los apagones, lo mismo.
Uno de los fenómenos más graves acaecidos en España es que el Gobierno se ha dado cuenta de que el fanatismo climático resulta políticamente rentable, siempre que lo abordes, como cualquier otra cuestión, con el correspondiente cinismo.