
En contra de lo que algunos piensan -todos ellos fascistas- socialista y putero no son sinónimos. Hay socialistas que no son puteros e incluso hay puteros que no son socialistas. Es inútil que insistan, defenderé al Partido hasta el final: el PSOE es mi vida.
Pero como algunos socialistas, de cuyo nombre no quiero acordarme, son un poco puteros, la ministra Ana Redondo, de profesión sus feminismos, ha decidido sacar del armario, perdón, del cajón, una ley para abolir la prostitución. Ley que, como ya ha apuntado Rocío Orizaola en Hispanidad, necesitará del voto de José Luis Ábalos para promulgarla. Esto es importante.
El problema de la prostitución en la sociedad moderna no es un problema machista. Es un problema de degeneración moral, de haber separado el sexo de la entrega y de la procreación
Por tanto, yo apoyo una ley sobre abolición de la prostitución. Ahora bien, sólo dos cuestiones:
1.Si no hay norma moral en el sexo, ¿por qué iba a ser malo vencer el propio cuerpo y acostarse con aquel del que sólo esperas dinero?
2.Seguro que algunas mujeres son explotadas por proxenetas pero no olviden, y doña Ana Redondo tiende a olvidarlo, que muchas mujeres ejercen de prostitutas sin que nadie les obligue a ello y no quieren dejar el oficio.
Comprendo que para una feminista, es decir para alguien que considera que la mujer es un ser arcangélico, todo bien sin mezcla de mal alguno y el varón es justamente lo contrario, esta evidente formulación no resultará tan evidente pero renuncio a asumir cualquier responsabilidad al respecto.
Ante esta situación, una ley sobre prostitución que afirme que el malo es el cliente -que lo es- y el proxeneta -que aún lo es más- no alcanzará la sensatez sin una tercera premisa: La prostituta también es mala.
La abolición que pretende la ministra Ana Redondo se convertirá en otra hipocresía progre
Si las normas se promulgan en aras de la justicia, una ley contra la prostitución no podrá promulgarse sin la condena explícita de la meretriz... que también es mala porque conculca la norma moral y con ello, la justicia: vender el cuerpo está mal, porque el sin amor y sin procreación resulta una perversión... del sexo y de las personas, de él y de ella.
Los partidarios de la abolición de la prostitución aciertan cuando niegan la crítica habitual sobre que una ley de abolición está llamada al fracaso. Si vamos a eso, también están llamados al fracaso toda ley contra el asesinato -siempre habrá asesinatos- o toda norma contra el robo: siempre habrá robos.
Sí, estoy a favor de una norma contra la prostitución porque es repugnante pero lo que no vale es introducir a las coimas en la recipiente de la previa deformación feminista deformación que, al parecer, nadie discute.