¡Cuan puñetero es el Alzheimer!
Poco a poco, te deja sin recuerdos,
más, no son los recuerdos del alma,
sino los más recientes, los del cuerpo.
Y el ir olvidando los rostros queridos,
de aquellos, que más amaste en el tiempo.
Y confundes, el ahora, y el aquí,
el donde estás, y a donde debieras ir.
Y expresar tus pensamientos, no pudiendo
con palabras, pero sí, con tu mirada pudiendo.
 
Pero a pesar de esa apariencia,
y que en tu vivir realidad sea,
el amor y el cariño que te tengo,
esa luz, me hace ver otras esencias:
hacia atrás en el tiempo, vas viviendo,
y vuelves a ser como una niña,
que recupera, sin buscarla, su inocencia,
y sus recuerdos de otros tiempos.
Que son del alma los recuerdos,
que no son recuerdos del cuerpo.
 
Y ahí es donde nos encontramos,
y ahí vivimos cada nuevo momento;
volviendo a recordar mi niña, tus rezos
a aquel que te creó, para mi contento.
Y a su madre a la que tanto quieres,
que tanto y tantas veces nos protegió,
y ahora, nos sigue protegiendo.
Y me hace feliz tu sonrisa y tu risa,
al mirarme y tomarme el pelo,
y después preguntas:¿me sigues queriendo?
 
Y el dolor y la pena me atenazan,
cuando de mí despacio te alejas,
al irte haciendo, cada vez más niña,
para cumplir lo que Dios ha dispuesto.
Que hay que hacerse como niños,
si queremos entrar en su Reino.
Y como hablamos del amor del alma,
y el alma conserva sus recuerdos,
si antes que yo, al Reino llegas,
espérame en la puerta, con San Pedro.
Y así, cuando yo llegue, intercedas
por mí, y pueda entrar en el Reino,
para seguir gozando de tu amor,
en la eternidad, del Reino de los cielos.
Ese, es nuestro acuerdo.