No entro en la valoración artística del cine: será el séptimo arte pero cada película es, ante todo, una historia y una tesis. Y aunque no haya historia -mala película- siempre hay tesis. 

Ahora, la gran triunfadora de los Oscar, 'Anora', es la historia de una prostituta -perdón, trabajadora sexual- que se lía con el hijo de un mafioso ruso. 

Naturalmente, los mafiosos rusos son muy malos pero la prostituta norteamericana es muy buena. Es cierto que las prostitutas os precederán en el Reino de Dios, pero creo que no se refería a eso y, además, la historia de la puta buena empieza a resultar un tanto trillada. Puede ser que existan casos pero la condición de prostituta no es muy loable de por sí. 

Sí, fue una ceremonia despolitizada donde ni tan siquiera se mencionó a Donald Trump, quizás porque todos han aprendido que Hollywood se levantó contra el republicano y a favor de la demócrata Kamala... y el republicano ganó por goleada. 

En cualquier caso, en esta edición los Oscar han dejado en paz a Trump pero vuelven a los tópicos, que subvierten el concepto de bien y mal... y eso es peligroso. Uno de los tópicos es el de la puta buena. El otro, más importante, que los Oscar han premiado la pornografía.