La verdad es que la Iglesia católica no celebra, hoy, viernes 14 de febrero de 2020 al edulcorado San Valentín sino a Cirilo y Metodio, los dos hermanos evangelizadores de los pueblos eslavos que, de paso, se inventaron el alfabeto cirílico.

Y esto nos lleva a San Juan Pablo II, cuando advertía que Europa debía “respirar con sus dos pulmones, también con el oriental”. Quería decir con ello, que los pueblos eslavos también forman parte del ‘Occidente cristiano’. Y por eso Vladimir Putin, no siempre aplaudible pero sí más coherente que los líderes occidentales, nos advierte, en vísperas de ‘San Valentín’ que mientras él siga siendo presidente de Rusia habrá “papás y mamás”, nada de la mamonada de progenitor “A” y progenitor “B”. Y es que Putin es un tipo peligroso pero inteligente: consciente del veneno que conlleva esa ideología de género que hemos aceptando en Europa Occidental, sin rechistar. Que haya gente como Putin, también es mérito de Cirilo y Metodio.

Y sí, no es casual que sean pueblos de Europa del Este, magiares y eslavos, Hungría y Polonia, quienes estén llevando algo de sentido común a la disparatada Unión Europea actual, la de los eurócratas de Bruselas que, tras haber abdicado del cristianismo, ya no saben a qué tenerse.

El 14 de febrero no se celebra San Valentín sino San Cirilo y San Metodio, de los que procede, por ejemplo, Vladimir Putin

Ahora bien, a los grandes almacenes (debe ser eso a lo que los progres llaman las nuevas religiones) prefieren que el 14 de febrero sea San Valentín, lo que ha degenerado en una mezcla de  cursilería insufrible y prácticas de entrepierna donde se define el amor entre varón y mujer con corazones rosas -precisamente rosas- y con el espíritu de aquel profesor de guiones cinematográficos que encargó a sus alumnos escribieran una historia de amor… y resultó que todas ellas empezaban y terminaban en el catre.

De San Valentín sabemos muy poco pero, al parecer de amor, aún sabemos menos. Y el caso es que podemos vivir sin San Valentín pero no sin amor. Y el amor es recio y nada cursi: se trata, nada menos que de la donación de uno mismo. El espíritu onegero consiste en entregar cosas, el amor consiste en entregarse uno mismo. Y encima, anteayer no era necesario destacarlo pero hoy sí: abierto a la vida, y ya se sabe que la paternidad es maravillosa pero exige mucho, más bien lo exige todo.

Y con San Valentín, encima llegamos a una curiosa conclusión. Lo poco que sabemos de él es que casaba a parejas jóvenes a escondidas… cuando las celebraciones cursis de hoy hablan de amor libre, entendiendo por ello la ausencia de compromiso alguno, compromiso que constituye la esencia del matrimonio. Los que hoy celebraban a San Valentín odian el matrimonio.