- Que es la batalla por la eucaristía.
- Y no, no son ladrones ni gamberros: son satánicos.
- Están profanando sagrarios. ¿Nos enteramos?
- El problema es: ¿estamos dispuestos los católicos a dar la vida por defender al Dios encarnado?
- Y lo de Halloween es algo más que una anécdota.
La exclusiva que ayer lunes
ofrecía Pablo Ferrer en Hispanidad no puede orillarse: hablamos del crimen más grave de nuestro tiempo: unos ladrones entraron en el colegio Peñalba de Valladolid (
en la imagen),
fueron directamente a la sacristía, donde se guardaba la
reserva eucarística en una caja fuerte, más segura que el Sagrario. Reventaron la puerta de la sacristía, reventaron la caja fuerte de la sacristía y se llevaron una de las cuatro
formas eucarísticas allí depositadas por el capellán del centro.
No se llevaron ninguna obra de valor. Sólo un trozo de pan que es el Cuerpo de Cristo. No digo que para los cristianos es el Cuerpo de Cristo, porque la existencia tiene esos puntos: o se es o no se es,
independientemente de lo que la gente crea o no crea en ello.
Se llevaron a
Cristo encarnado y no se llevaron ninguna otra cosa porque no eran ladrones. Así que en cuanto llegó la autoridad advirtieron que podían investigar el allanamiento, pero no el robo porque una forma de pan no tiene valor material alguno. Y esta cuestión no es baladí
para luchar contra los sacrilegios, que crecen en progresión geométrica y en paralelo al
odio a Dios o cristofobia. He dicho cristofobia, no mero anticlericalismo.
Es decir, son satánicos, en este caso
ligados a
Halloween, una fiesta cada vez más peligrosa, en la que su protagonista, Satán, se está quitando la careta.
En concreto, con la que está cayendo,
con una humanidad que camina hacia su clara autodestrucción,
el Halloween de 2016 era temido por los sensatos. A fin de cuentas, está en vísperas de la próxima festividad de
Cristo Rey (20 de noviembre), fin del año litúrgico y del
Jubileo de la Misericordia, momento en el cual, me temo, se precipitarán los acontecimientos.
En cualquier caso,
la gran batalla será eucarística. Y ya está aquí. La pregunta es: ¿se atreverán los católicos a poner su vida en juego por defender la Eucaristía? El resto no es muy preocupante.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com