- No quedará piedra sobre piedra, aseguró… pero se conserva un muro entero.
- No busquen el rigor, busquen la verdad.
- El rigor nunca ofrece certeza: la verdad, sí.
- Y a menudo, el rigor se convierte en la forma de ocultar la verdad detrás de palabras y cifras.
Es curioso.
Son varios los lectores que no entienden mi obsesión por distinguir entre el rigor y la verdad y entre lo riguroso y lo verdadero. Este fin de semana un periodista me insistía en lo mismo. A ver si consigo explicarme.
"
En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea destruida". Se trata de un conocido versículo del discurso escatológico de Cristo, capítulo 24 de San Mateo.
Y, sin embargo,
sí quedaron piedras sin destruir, pues la soldadesca del emperador Tito no logró acabar con el templo de Jerusalén. Casi lo destruye por el método de
atar troncos de árbol a los muros y prenderles fuego para que reventaran las piedras.
Pero, aún así, una de las paredes resistió. Es la que hoy conocemos como
Muro de las lamentaciones, a cuyo pie rezan los judíos.
¿Significa eso que
Jesucristo mentía? No, lo que ocurre es que era hombre poco riguroso. Dijo la verdad, que el templo sería destruido y con gran saña, pero no fue riguroso: alguna piedra, incluso todo un flanco del templo, quedó en pie.
Por lo general, quienes exigen rigor pretenden esconder la verdad tras la cortina de las cifras o las palabras. Cuidado con ellos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com