Aniversario de Donald Trump, dos años de mandato contra todo y contra todos. Jamás un presidente norteamericano fue tan atacado por la opinión publicada, aunque la opinión pública norteamericana sigue manteniéndole su favor. Y ha celebrado su aniversario con su negativa a aparecer por el Foro de Davos, la gran convocatoria mundial de los millonarios progresistas.
La cosa no anda bien: no acudirá Macron, ni Theresa May, ni Putin, ni Jinping… vamos que será el Davos de las ausencias. Bueno, irá Pedro Sánchez, que lo llena todo.
Es la cumbre de los ausentes. Y la vuelta al Estado-nación no tiene por qué ser mala
Davos es globalización. Sobre la globalización pueden decirse dos cosas: la primera es que, de entrada, es mala, porque lo grande es ingobernable y siempre acaba abusando de los pequeños. Y lo pequeño es hermoso.
Lo segundo, porque se ha hecho mal. Si se pretendía una globalización económica deberíamos globalizar todo a un tiempo: no vale decretar el libre movimiento de capitales, la libre circulación de productos… y prohibir la libre circulación de personas.
No pueden equiparar fiscalidad y olvidarse de los salarios.
Pero no parará la globalización, que no viene impuesta por la política, sino por la tecnología
Aun así, la globalización continuará, porque no es un proceso que imponga ni la política ni la economía: lo impone la tecnología.
Pero porque esa fría de las vanidades que es Davos se malogre, el mundo no va a perder mucho.