• Como no existe ni lo uno ni lo otro, la comunidad Iberoamericana de naciones es un fracaso.
  • El problema es que en Perú ya no vienen los Reyes Magos a traerles los regalos a los niños, sino Santa Claus.
  • Y el otro problema es que España, en lugar de ayudar económicamente a Hispanoamérica, se ha convertido en la esclava de Bruselas.
Creo que fueron 10, de los 22 presidentes hispanoamericanos convocados los que no acudieron a la Cumbre Iberoamericana, celebrada en Cartagena de Indias. Tampoco Rajoy, preocupado como estaba con la investidura, aunque no debiera haberlo hecho. El Rey de España, Felipe VI (en la imagen), aseguró allí que los hispanos formábamos una gran familia. Y debe ser cierto, porque la mitad de los parientes dieron el gran plantón. Muy propio de la familia, esa importante institución aunque de difícil gobierno. Eso sí, como se trataba de una familia, todos los mandatarios aparecieron embutidos en guayaberas, que no deja de ser una prenda de origen cubano -cuando Cuba estaba bien administrada con los españoles- utilizada en ceremonias de gala, pero que quizás no baste para llevar una Cumbre de mandatarios que representan a una comunidad próxima a los 500 millones de personas hacia el éxito, con tan sólo dos idiomas comunes, uno de ellos el segundo del mundo. Las cumbres nacieron para crear una Unión Europea en Hispanoamérica. La cosa empezó a torcerse cuando desde la misma España se renunció al término Hispanidad y se recurrió al estúpido neologismo gabacho de América Latina, como si habláramos latín. Al menos la cumbre quedó como… Iberoamericana de Naciones. Ahora bien, para forjar una unidad supranacional tipo UE, y a ser posible que no se vaya al guano, como se está yendo Europa, hay que disponer de uno de estos dos elementos: o unos valores comunes o unos intereses comunes. Mejor lo primero, pero España hace tiempo que abdicó de sus principios cristianos y, con ello, de su labor evangelizadora en América, que con tanto éxito llevó a cabo durante los siglos XVI y XVII. Ahora, las sectas protestantes, así como la influencia norteamericana, han desterrado todo espíritu católico. Y entonces es cuando en Perú ya no vienen los Reyes Magos sino Santa Claus y los niños ya no se llaman Gabriel o Diego sino Erwin o Wilson. No hay principios comunes pero es que tampoco los hay en Europa. Eso sí, en la UE hay intereses comunes. Algo es algo. Pues bien, España, que era la potencia económica encargada de ayudar a Hispanoamérica y crear una unidad económica, ha preferido abandonar su compromiso y convertirse en la esclava de Bruselas. Por lo tanto, si no hay valores comunes ni hay, tan siquiera, intereses comunes, las cumbres iberoamericanas están llamadas a desaparecer. Por mucha guayabera para lucir. Eulogio López eulogio@hispanidad.com