• Entonces, ¿dónde está el riesgo?
  • ¿Se ha quebrado la confianza en una entidad? No, se ha quebrado la confianza en la responsabilidad personal.
  • Y seguiremos invirtiendo a tontas y a locas.
  • Si hubo engaños -que los hay- caiga todo el peso de la ley. Pero una amnistía general, ¿a santo de qué?
  • Además, es el conjunto de los españoles quienes pagaremos a los indemnizados.
Comprendo la decisión que ha tomado el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri (en la imagen), pero a mí no me ha gustado nada: se indemnizará a todos los suscriptores de acciones de Bankia cuando la entidad salió a bolsa. Entones, ¿por qué el equipo directivo ha pleiteado en los tribunales? ¿Incluso por qué mantiene el pulso en la Audiencia Nacional? Sí, hay una sentencia del Tribunal Supremo que marca criterio pero es que la sentencia, con todo respeto, es una chapuza. La decisión de Bankia crea un precedente peligroso, y llueve sobre mojado, tras preferentes, subordinados y otras malas hierbas. Hasta ahora vivíamos en el mundo lógico: hubo engaños, sí, pero también hubo no engaños: no se podía generalizar. Y ese procedente podemos resumirlo así: Invierto, pero si no gano, tú eres el culpable, me indemnizas. Si no te demando y acabarás indemnizándome. Con ello se acaba el riesgo. Dicen los sesudos analistas -lo acabo de escuchar en una emisora- que el caso Bankia ha roto la confianza en la banca. Hombre, hay que ser tonto para confiar en la banca pero, en cualquier caso, lo que realmente se ha roto es la responsabilidad personal. Invertir no es necesariamente ganar: a veces se gana y a veces se pierde. Insisto, si hubo engaños -que los hubo- caiga todo el peso de la ley. Pero una amnistía general, ¿a santo de qué? Además, no olvidemos que es el conjunto de los españoles quienes pagaremos a los indemnizados. Por ejemplo, todos aquéllos que no compramos acciones de Bankia. Eulogio López eulogio@hispanidad.com