En 24 horas sucede lo siguiente en un mismo país llamado España: el señor Marlaska es reprobado por tercera vez en Madrid mientras en Pamplona rompen el coche de la viuda del Guardia Civil asesinado en Barbate.

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El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska es reprobado en el Congreso. Y van tres. Sus exsocios y hoy casi socios de Gobierno, los chicos de Podemos, así como sus amigos de Junts, se abstienen y permiten la reprobación. Es decir, que a Marlaska nadie le quiere pero a él poco le importa mientras siga siendo ministro, que es lo que le mola.

Al mismo tiempo, en Navarra sucede algo que demuestra el espíritu del País Vasco: aunque ya no haya atentados, sigue presente la crueldad callejera cotidiana, aquella del "algo habrá hecho". 

Antes que la clemencia con los vivos está la clemencia con los muertos, que suele ser más sencilla de vivir. Pues bien: ni eso se vive en Navarra y Vascongadas... ni aún cuando ETA  ha dejado de asesinar.

Y en cuanto a Marlaska, "pensar que este tío era juez y juzgaba a los demás, ¡Madre Mía!