Sr. Director:
Lo más triste y doloroso para un católico, y más si es anciano, es el ver cómo es tratada la Divina Eucaristía por sus propios ministros (no todos, muchos sufren por esta situación), porque la Divina Eucaristía no es solamente el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo, es la presencia de la Santísima Trinidad, del Creador de todo lo que existe, es el TODO.
¿Cómo se ha llegado a esta situación en que sus propios ministros le han traicionado? Ya lo dijo el papa Pablo VI: “El humo de Satanás se ha infiltrado en la Iglesia Católica.” ¿Cómo no te va a doler y entristecer si para recibir la Divina Eucaristía de rodillas (casi han desaparecido todos los comulgatorios) y en la lengua, tienes que ponerte el último de la fila como si fueses un intruso? No son los sacerdotes los culpables, son los obispos los que dan estas normas, contrarias a las del Magisterio.
Desde que se permitió la comunión en la mano, que era sencillamente un cisma, que eso es la desobediencia a la autoridad legítima, un cisma, la desacralización de la Divina Eucaristía y la situación mundial de deterioro moral de la sociedad han ido de la mano. La desacralización ha ido en aumento y cada vez se ha extendido a más naciones, pues igualmente ha sucedido con la sociedad: han ido en aumento las leyes perversas, antinaturales y anticristianas. Tanto el estado de la Iglesia Católica como el del mundo han llegado al colmo.
“La copa se estaba llenando, ahora está rebosando”, pues a esta frase apocalíptica anunciada por la Santísima Virgen en Garabandal, tendríamos que decir que la copa ya ha rebosado y el fin del tiempo ha llegado. “Comían, bebían, se casaban como en tiempos de Noe, y repentinamente vino el Hijo del Hombre”. Tenemos que estar alerta y vivir en Gracia de Dios, no seamos como las vírgenes insensatas que vino el Esposo y no tenían aceite para sus lámparas y se quedaron sin entrar en el banquete de bodas.