Sr. Director:
En el siglo XXI se arrojaron bombas atómicas en pruebas absurdas y dejaron la tierra yerma por miles de años; generan ingentes cantidades de basura que la Tierra es incapaz de asimilar; nos hunden en un sistema económico de voracidad constante, que tan sólo sirve para empobrecer a la humanidad cada vez más; nos imponen un sistema político que empieza y acaba en corrupción total de las clases dirigentes; niegan la libertad a los que no creemos en los estúpidos dogmas de una fe burda y superficial; crean virus letales para “investigar”, con la excusa de adelantarse al futuro, cuando en realidad quieren saciar su avaricia infinita; dan culto a un cuerpo que un día se pudrirá irremediablemente, despreciando el alma, que es la que vivirá eternamente. Y luego nos echan la culpa de su insatisfacción e incomodidad, no aceptando las consecuencias de sus estúpidos actos, e intentan obligarnos a corregir y reparar todo el daño que han provocado, tratándonos como esclavos.
Al final, la historia se repite y esos hijos de Caín quieren matar a su prójimo sólo porque son los que tienen más cerca -si existieran marcianos, irían a por ellos-, e incluso en su infinita soberbia intentan convencernos que nuestro derecho es morir a sus manos, como si la muerte alguna vez hubiera sido un beneficio para la Humanidad. Menuda estupidez de sociedad han creado. Yo seguiré con mis sacrificios a Dios, ofreciéndole lo mejor sólo a Él, mientras los cainitas me miran envidiosos, deseosos de matarme. ¿Y vosotros? ¿Os uniréis a los cainitas?