Proteger a las posibles víctimas
En España, contra viento y marea, la Ley Trans se ha aprobado, definitivamente desde hoy. El Gobierno y los Grupos Parlamentarios que lo sostienen han hecho oídos sordos a las evidencias y, sobre todo, a las historias de vida de jóvenes y adultos que podían narrar en primera persona los daños que los fármacos, la cirugía y una falsa doctrina habían causado en sus vidas. En estos últimos días, varios medios de comunicación han dado voz a historias de vida que deberían conmover al más indiferente. Algunos de los protagonistas de estas historias ya no podrán contar cómo ha sido el calvario. Algunos otros se han atrevido a levantar la voz con la ayuda de sus familias. Muchos de ellos creyeron encontrar en el mal llamado “cambio de sexo” una respuesta a los problemas que les aquejaban. A partir de ya, la Ley seguirá su curso, los colegios vivirán un contagio acelerado y los jóvenes y sus familias seguirán indefensos si no se articula, cuanto antes, una respuesta transversal y socialmente sostenida, que con criterios profesionales sea capaz de proteger a las víctimas potenciales de este disparate.