Sr. Director:

Hace ya bastantes años, no los suficientes como para caer en el olvido, los diversos sectores del PSOE hicieron una declaración pública en la que renunciaban a los postulados marxistas. Esto, efectivamente, dejaría de figurar en sus programas políticos, pero no lo fue en sus mentes, ya que pusieron un afán desmedido en impregnar de marxismo los ámbitos esenciales de la vida cotidiana. El mundo universitario fue uno de los focos más efectivos y directos para entablar esta batalla: pasiones, sentimientos espurios, un falso e interesado progresismo, y, sobre todo, libertad (interpretada como libertinaje). Por otra parte, la lucha de clases, ya obsoleta, ha sido reemplazada por la lucha de géneros y similares. Todo esto ha degenerado en un caldo de cultivo sin precedentes y una renovación del pensamiento que durante décadas había forjado el noble espíritu y la personalidad de la juventud española. Nos encontramos, pues, desde hace ya algunos años, con una amplia base juvenil sin ideales y sin perspectivas de porvenir definidas, pero debidamente subvencionada para sus esparcimientos y masificación de aforos en lugares de ocio, un dominio jaleado y bien pagado de la “nueva cultura” en todos sus ámbitos, y una contemplación despectiva de cualquier actividad en favor del buen uso de la razón y de la trascendencia humana. Y así, una vez acallada la masa (voluntades compradas) es mucho más asequible la conquista y asalto de los puntos neurálgicos del poder y de las instituciones clave. Objetivo: un gobierno totalitario marxista.