Sr. Director:
En Noviembre los cristianos tenemos más presentes a nuestros difuntos, rezamos más por ellos, ganamos indulgencias para ellos y puede que estemos más sensibles a esas pérdidas.
No todos gestionamos igual la muerte de alguien cercano, depende de muchos factores, partiendo de la base de que la muerte de alguien cercano siempre es dolorosa.
Si es alguien mayor que estaba enfermo es distinto de si es un hijo o un hermano; también cambia si es una muerte repentina e inesperada o si ha sido tras una enfermedad larga y has tenido tiempo de prepararte de algún modo.
Si la persona que ha muerto era muy querida no es igual que si era alguien que te hizo daño, doler siempre duele pero de forma diferente. De todas las maneras es bueno vivir la costumbre y, al menos en Noviembre, pedir a Dios por todos los difuntos, también por los que, con intención o sin ella, nos han hecho daño.