Sr. Director:

Con qué facilidad asimilamos esos mantras políticos que se difunden machaconamente para colarnos de matute determinadas ideas. Suelen ser frases aparentemente anodinas que repetimos como la tabla de multiplicar, pero que implican asumir como premisa mayor «verdades irrefutables» sumamente cuestionables. Una es esa tan manida, con la que hoy justificamos cualquier cosa de cualquier orden y género, de «es que la sociedad ha cambiado mucho»... Con ella coreamos el eco de grillos que nos ahorran la exigencia de afrontar razonamientos sobre complejas cuestiones. Pero, ¿es verdad que ha cambiado mucho la sociedad..., o ese es el interesado y facilón argumento de quienes quieren vendernos «sus» cambios? 

Un tal Chris Christie, político católico y republicano de los USA, declaraba recientemente que cambió de opinión acerca del matrimonio de personas del mismo sexo, tras la nueva declaración vaticana sobre la bendición (no matrimonial) de estas parejas. Añadía que ello era una muestra de que «hasta la Iglesia está cambiando», de que «la sociedad ha cambiado y que lo que la gente acepta en nuestro país es diferente ahora que cuando yo crecí». De repente, y porque «la sociedad ha cambiado», este crédulo político mudó de convicción malinterpretando un contradictorio documento vaticano que ni siquiera dice lo que él cree que dice. En su disculpa alegaremos que las más altas instancias eclesiásticas nunca antes habían contribuido tan alegremente a la confusión de los católicos, tirando piedras sobre su propio tejado.