Sr. Director:
“La Iglesia católica no es extranjera” en Rumanía, decía el Papa a su llegada a este país. Con ello no solo aludía al programa de su viaje, muy centrado en las minorías católicas que, por diversas circunstancias, no tuvieron el protagonismo que Juan Pablo II hubiera deseado en su visita a Bucarest hace 20 años. Con la beatificación de siete obispos mártires, asesinados bajo el régimen comunista, Francisco ha puesto en primer plano la realidad, la larga tradición de fidelidad de la Iglesia greco-católica, unida desde hace muchos siglos a Roma, manteniendo su tradición oriental. Rumanía y Ucrania son los dos países del este de Europa con mayor presencia greco-católica, y sufrieron una feroz persecución religiosa durante el pasado siglo, especialmente en tiempos de Stalin.