Sr. Director:
En el texto de un artículo en una revista que incluye el adjetivo de “cristiana” en su presentación, encontré este párrafo que, en líneas generales, quiere seguir una cierta tendencia “cultural” (?), que pretende animar a la “Iglesia” para que acoja la “presión de la sociedad”, y cambie muchas cosas de la práctica de la vida cristiana.
Quizá el autor de esas líneas no ha tenido en cuenta que la Iglesia a lo largo de sus ya 2.000 años de existencia de peregrinación en la tierra, no ha cedido nunca a ninguna “presión” en ninguna de las verdades que componen el tesoro que el mismo Cristo le ha dejado en heredad; un tesoro de verdades que son la Luz del mundo; y mucho menos, se ha dejado influir en estas cuestiones por ninguna “presión de la sociedad” que nadie sabe exactamente qué es, y que cualquier grupito puede manejar, manipular, etc. a su antojo. El ejemplo de la prohibición de la “fornicación” -en el significado más real de la palabra, ya en el primer concilio de Jerusalén, es notorio. Y la presión era tan fuerte, y mucho mayor, de la que puede ser ahora.
“En otras cuestiones -dice el párrafo citado- que ya no están tan severamente vistas como el divorcio, la eutanasia, los métodos anticonceptivos o la homosexualidad la Iglesia ha ido cediendo”.