Se está celebrando de noche una competición deportiva; asisten miles y miles de personas, repentinamente de produce un “apagón” y el estadio queda completamente a oscuras. A uno de los asistentes para ver que es lo que le rodea, enciende una cerilla, y con aquella tenue luz ilumina su situación; muchos espectadores al ver esta iniciativa hacen lo propio y por consiguiente se acrecienta la luz; este ejemplo tan “luminoso” se contagia, y cada asistente enciende su cerilla y con esta pequeña iniciativa que contagió a los demás, el recinto que estaba a oscuras recupero la luz. Algo similar sucede en la sociedad actual en la cual abundan las tinieblas, parece imposible hacer algo para mejorar esta sociedad, pero eso es una treta diabólica; todos hagamos alguna cosa buena, como el que encendió una cerilla; todos somos pecadores y frágiles, pero también todos, por malos que seamos, tenemos algo bueno aunque sea pequeño; por lo tanto tenemos que hacernos el propósito de hacer una buena obra cada día por pequeña que sea, como el que encendió la cerilla, y con esa actuación Dios se puede servir para que esta sociedad sumergida en las tinieblas recupere la luz que ha perdido.
Las empresas familiares se rompen. Del Pino fue el pionero, los Botín y los Entrecanales, los próximos
13/12/24 16:58