Sr. Director:
En estos días celebramos la fiesta de San Josemaría. San Josemaría nació en Barbastro.
Huesca, el 9 de enero de 1902. Fundó el Opus Dei el 2 de octubre de 1928. Y murió en Roma en 1975 en olor de santidad. Fue canonizado el 6 de octubre de 2002 por Juan Pablo II. Los que le conocimos fuimos observadores directos de la trascendencia de su mensaje, de su carisma, de su don de gentes, de su amor inmenso a la Iglesia católica, de sus cualidades humanas y espirituales y de su santidad desbordante y atractiva.
Toda su vida fue una entrega constante a la voluntad de Dios. Durante la guerra civil española ya era sacerdote y ya había fundado el Opus Dei y su ejemplo durante aquellos años difíciles de la guerra fueron un testimonio vivo de cómo se vive la contradicción, el dolor, la vocación; y todo con exigencia al límite, con firmeza y con valentía y en un ambiente tremendamente hostil y peligroso.
San Josemaría en aquellos años de la guerra siguió en contacto con los que ya conocía, algunos de ellos los primeros miembros del Opus Dei; siguió ejerciendo su misterio sacerdotal; siguió atendiendo a los enfermos en la medida en la que las dificultades lo permitían y siguió dando a conocer el mensaje de Santidad que Dios le había inspirado.
Fueron años muy, muy difíciles, en los que el Opus Dei, como él decía, crecía para adentro. La mortificación, la penitencia y la atención a pobres y enfermos fueron el instrumento, o los pilares, escogidos por San Josemaría para la construcción de esa Gran Obra, por supuesto, querida por Dios. Muchos años de sacrificio, de atención continua a sacerdotes y seglares, sin apenas descanso y sin apenas ocuparse de sí mismo.
Años de apostolado epístolar, de contacto continuo con la gente, de viajes con objeto de conocer y abrir nuevos caminos. Y años de sacrificio escondido, de contradicciones dolorosas y tristes, pues eran muchos los que no lo entendían y muchos también los que no lo querían entender. Tuvo mucho que sufrir y mucho que amar; y también mucho que desagraviar y mucho qué rezar para hacerse entender.
Y así, "a base de palos", a base de la oración y del ofrecimiento de muchos enfermos, de muchos atribulados y de muchas personas santas. "A través de los montes las aguas pasaran". Y lo que era en principio imposible e impensable se hizo realidad. Y el Opus Dei floreció y se extendió por todo el mundo, y hoy ya es una realidad fecunda y ejemplar.
Es una realidad que ayuda a muchos cristianos en todo el mundo a seguir a Jesucristo y a su santísima Madre; a seguir con fidelidad la doctrina de la Iglesia y la doctrina del Papa. Y todo a través de lo cotidiano, a través del trabajo ordinario, a través de la enfermedad o de la salud, a través de la familia, a través de la sociedad y a través del cada día ofrecido, amado y santificado.
Rafael Gutiérrez
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14/12/24 15:00